Para el recientemente desaparecido Peter Brook (1925-2022) «el cine es una forma mucho más difícil que el teatro, justamente porque no es tan maleable». Este gran director londinense de teatro y cine, cuyos padres eran oriundos de Rusia, subrayó en varias entrevistas que consideraba el séptimo arte mucho más vivo, pero que prefería la maleabilidad del teatro: «En el teatro no hay nada que esté fijo, uno puede cambiar todo el tiempo, como de noche a día. El cine es un lugar de experimentos o afirmaciones particulares, al menos para mí. Su dificultad permanente es que cuando se acaba de rodar un plano, esto es algo definitivamente acabado. Es inútil que luego se quiera cambiarlo. Pero al cine le falta el contacto humano regular del teatro. El operador de cámara o el ingeniero de sonido no se incorporan a la obra tanto como el actor. Y luego, en el cine hay que esperar todo el tiempo, su ritmo de trabajo es otro. (…) Se puede hacer teatro casi con nada».
Su fascinación simultánea por los escenarios y la pantalla le condujeron a situarse por primera vez detrás de una cámara en 1943 para rodar Sentimental Journey, que apenas se difundió. Le siguió la filmación de La ópera del vagabundo (The Beggar’s Opera, 1953), su versión de la conocida pieza que John Gay escribió en 1728. Brook acababa de concluir sus funciones al frente de la Royal Opera House y tuvo el placer de codirigir junto a Herbert Wilcox a un elenco admirable, encabezado por Laurence Olivier.
Por esos años fue autor de varias aclamadas puestas en escena en Europa y Estados Unidos. En un breve impás de su impetuoso ritmo teatral, y tras ganar en 1959 el premio Tony por su puesta de La visita, de Friedrich Dürrenmatt, retorna al cine para rodar su adaptación de Moderato Cantabile (1960), original de Marguerite Duras, en la cual reúne a Jeanne Moreau y Jean-Paul Belmondo, de quienes logra intensas interpretaciones. Dos años más tarde se une a la Royal Shakespeare Company, para la cual asumió la dirección de numerosos montajes de clásicos como Romeo y Julieta, El rey Lear, Timón de Atenas, Sueño de una noche de verano y La tempestad, con muy loables resultados.

Brook es realizador de la sorprendente adaptación de El señor de las moscas (Lord of the Flies, 1963), sobre la novela de William Golding, uno de los tantos proyectos frustrados del aragonés Luis Buñuel. Emprendió luego el rodaje de Tell Me Lies (1968), que, por plasmar las inquietudes del realizador sobre la guerra de Vietnam, confrontó problemas con su distribución[1]. Adentrarse en los vericuetos del teatro de la crueldad representa una experiencia determinante, que provocó su puesta de Marat/Sade (1964), sobre la obra de Peter Weiss, por la cual obtuvo otro premio Tony, y que se encargó de filmar en 1967.
La puesta en cámara de El rey Lear (King Lear, 1971), a su juicio, difiere de su versión teatral, porque en el cine «la relación es entre los hombres y el mundo, y se da a través de la realidad fotográfica». Esta admirable adaptación de la tragedia la rodó paralelamente a la no menos asombrosa que acometía Grigori Kózintsev en los estudios Lenfilm, y en torno a sus respectivas preocupaciones, ambos cineastas sostuvieron una fructífera correspondencia.
Una rareza en la filmografía de Peter Brook es Encuentros con hombres notables (Meetings with Remarkable Men, 1979), biografía del escritor y compositor armenio G. I. Gurdjieff (1866-1949) a través de sus viajes y el descubrimiento de la música espiritual. Una década más tarde lega El Mahabharata (1989), filmación de su extensa puesta en escena del poema épico indio adaptado por el célebre guionista Jean-Claude Carrière, cuyas nueve horas fueron sintetizadas en una miniserie de televisión con un reparto multinacional que abarca al griego Georges Corraface, el polaco Andrzej Seweryn y al italiano Vittorio Mezzogiorno, entre muchísimos otros. Carrière me confesó en una entrevista sobre esta experiencia con Brook en la que invirtió once años: «Me gustan las colaboraciones largas, porque es una manera de no perder tiempo convenciendo el uno al otro. Hace quince años que estoy trabajando con Peter Brook en el teatro. Brook es agua corriente, ligera, corriendo sobre piedras diversas, es encantador; al contrario de don Luis Buñuel, que era una piedra, un bloque de granito muy fuerte, muy duro».
Trabajar con actores de culturas diferentes de la suya no es excepcional en su itinerario desde que en 1968 participara en un taller con Jean-Louis Barrault, quien lo invitó a integrar el Théâtre des Nations en París. Es perenne su interés en la integración de intérpretes de disímiles procedencias geográficas, y en este sentido, ese espectáculo total que es El Mahabharata lo corrobora. «Ya desde Sentimental Journey para mí lo más interesante del cine era la fase de rodaje —expresó en una entrevista—. En esto comparto la filosofía de muchos realizadores del wéstern. Hay otros como Hitchcock para quienes lo más importante es el montaje, la manipulación del material. Para mí nada iguala a la preparación y el rodaje».

Peter Brook escenificó obras de Chéjov (El jardín de los cerezos), Genet (El balcón), Beckett (Días felices), Dostoievski (El gran inquisidor), Farid al Din Attar (Conferencia de los pájaros), y otras inspiradas en la cultura africana, que ha ejercido sobre él un gran poder de seducción. La ópera no ha estado ajena en su trayectoria, en la que figuran piezas de Claude Debussy (Peleas y Melisande), Modest Músorgski (Borís Godunov) y Georges Bizet (Carmen). Nombrado director del Centro Internacional para la Investigación Teatral en París, ciudad donde se radicó en 1970, también filmó la pieza de Bizet en 1983.
Para aquellos que nunca tuvimos la posibilidad de aplaudir sus escenificaciones en Bouffes du Nord, un teatro quemado que descubrió cincuenta años atrás al lado de la estación del norte en París, a través de sus películas podemos ponernos en contacto con la impronta dejada por un hombre tan inmenso, tanto en el teatro como en el cine.
[1] Su copia restaurada por la Fundación Technicolor y la Fundación Groupama Gan se exhibió con gran resonancia en el 33 Festival de Venecia (2012).