En 2021 todavía causaba cierto revuelo la exhibición por la televisión cubana de la provocativa El portero de noche (Il portiere di notte), de Liliana Cavani, y bien lo sabe Carlos Galiano, quien seguramente recibió comentarios a favor y en contra sobre la reciente exhibición por la pequeña pantalla de ese filme, estrenado en Cuba varias décadas después de su producción. El cine italiano de los años setenta exhibía no una, sino dos autoras de fama mundial. La otra es Liliana Cavani, que nació en 1933. Su padre pertenecía a una familia burguesa conservadora y su madre descendía de obreros militantes antifascistas. Primero estudió literatura y luego decidió seguir su vocación y estudiar en el famoso Centro Experimental de Cine, que inauguró Mussolini antes de la Segunda Guerra Mundial. Realizó cortos hasta que logró debutar en el largometraje de ficción a mediados de los años sesenta.
Su carrera comenzó como directora de cortos documentales de género histórico, realizados para la Radiotelevisión Italiana (RAI) entre 1961 y 1965. Se incluía Storia del Terzo Reich (1963), Età di Stalin (1964), La donna nella Resistenza (1965) y Philippe Pètain. Processo a Vichy, que ganó el León de Oro del Festival de Venecia en la sección de documentales. En este período hizo también Il giorno della pace, un documental de cuatro horas sobre la inmigración del sur al norte dentro de Italia. Cavani se sumaría a una generación de cineastas (junto con Bernardo Bertolucci, Marco Bellocchio, Lina Wertmüller o Pier Paolo Pasolini) que supo renovar el neorrealismo e imprimirle un sello modernista de reflexión individual, que indaga sobre el papel del hombre en la historia, con notable atención a la psicología de los personajes y a sus tendencias sexuales.
Fascinada por la historia nacional, Cavani es de las pocas cineastas que ha conseguido realizar dos versiones de un mismo tema. En 1966 dirigió Francesco d’Assisi (1966), biografía de San Francisco de Asís, realizada en dos partes para la televisión, y profundamente influida por el realismo seco de Rossellini y Pasolini. Hecha en un período de inconformidad, como una suerte de manifiesto contra el catolicismo más conservador y en sintonía con las protestas juveniles de la época, Francesco d’Assisi fue acusada de herética y blasfema, dentro de una polémica generalizada que acompañaría la mayor parte de los siguientes filmes realizados por Cavani. Mucho tiempo después, en Francesco (1989), protagonizada por Mickey Rourke, Cavani volvió sobre la biografía del fundador de la Orden Franciscana, aquel que vivió siempre bajo la más estricta pobreza y la observancia de los evangelios.
Realizada primero para la televisión y luego para el cine, en coproducción con Bulgaria, con Galileo (1969) asume a plenitud la vocación polémica, en tanto se vale de la biografía del célebre astrónomo, filósofo, matemático y físico italiano para explorar ideas abiertamente anticlericales mediante el conflicto siempre vigente entre ciencia y religión. El filme cuenta los sufrimientos de Galileo y lo caro que le cuesta oponerse a los dictados de una iglesia conservadora y oscurantista, y se centra en la época en que es profesor en Padua y está interesado por la astronomía, inventa el telescopio y desarrolla la teoría heliocéntrica que lo enfrentará a los dogmas católicos de la Tierra como centro del universo. Lo consideran hereje, es arrestado y procesado, y frente al tribunal de la inquisición en 1633 firma una solemne abjuración. Con fuerza expresiva y gran intensidad dramática, Cavani recrea con tanto entusiasmo la rebeldía de su protagonista y la represión católica que el filme fue prohibido por anticlerical, y no logró exhibirse hasta muchos años después.
Inspirada en Antígona, de Sófocles, Cavani realiza I cannibali (1970), que representa el Milán y la Italia contemporáneos y habla sobre los obstáculos que afronta una muchacha cuando debe enfrentarse a las autoridades para sepultar los cuerpos de rebeldes asesinados por la policía. El tono metafórico del filme causó problemas a la hora de comunicarse con el público y Cavani decidió regresar a la televisión y al documental hasta que dirigió en 1971 L’ospite, o La huésped, que presentaba a Lucía Bosè como una mujer con problemas mentales que establece una relación con un escritor mientras intenta encontrar un lugar en la sociedad. Milarepa (1973) se inspira en un texto clásico de la literatura tibetana, y avanza y retrocede en el tiempo para mostrar la historia de un místico del siglo XI en busca del conocimiento y del poder que el conocimiento trae aparejado.
Sin embargo, su filme más conocido y polémico fue Il portiere di notte (1974), cuya trama se ambienta en la Viena de 1957, cuando la esposa de un conocido director de orquesta norteamericano reconoce, en el portero nocturno del hotel donde se albergan, al oficial de las SS nazis que la custodiaba durante su internamiento en un campo de concentración. Hay un punto en que se confunden odio y deseo, y la culpa se transforma en instrumento del poder, mientras triunfa la irrefrenable atracción de los protagonistas (Dirk Bogarde y Charlotte Rampling) y se establece la voluntad masoquista y autodestructiva de la víctima. Y así, el filme ha sido elogiado por su osadía a la hora de ilustrar la transgresión sexual, mientras que otros lo tildan de basura exhibicionista por el modo en que presenta esa transgresión y la ubicación de los transgresores en el contexto del holocausto y el sufrimiento ocasionado por los nazis.
Más allá del bien y del mal (Al di là del bene e del male, 1977) recuenta otra relación intensa y atormentada: la que establecieron el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (Erland Josephson), su amigo escritor Paul Rée (Robert Powell) y la escritora feminista rusa Lou Andreas-Salomé (Dominique Sanda). Ellos se encontraron en Roma en 1882 y luego viajaron a Alemania en una suerte de ménage à trois mientras intentaban vivir la vida a su manera y satisfacer su necesidad de rechazar la moral convencional. Nietzsche enloquece a consecuencia de una enfermedad venérea y Paul descubre su reprimida homosexualidad con trágicas consecuencias, mientras que Lou, la más liberada de los tres, toma las banderas del feminismo y logra sobrevivir. Además de recrear esta trama, el filme se inspira en uno de los textos fundamentales de la filosofía del siglo XIX, de Friedrich Nietzsche, que había decidido atacar lo que consideraba vacuidad moral de los pensadores, la falta de sentido crítico de los moralistas y su pasiva aceptación de la ética judeocristiana. A Dominique Sanda, Erland Josephson y Robert Powell se sumaban Philippe Leroy y Virna Lisi, que ganó el Nastro d’argento como mejor actriz secundaria en el papel de Elisabeth Nietzsche, la hermana del escritor.
En 1979, Cavani comenzó a dirigir óperas en diversos teatros de Europa. En su repertorio están Wozzeck (1979), Iphigénie en Táuride (1984) y Medea (1986) para la Ópera de París, y La vestale (1993) en La Scala de Milán, entre otras. Su actividad cinematográfica continuó imparable, igualmente en torno al pasado reciente italiano, con La pelle (1981), basada en la novela de Curzio Malaparte sobre la Italia meridional, sumida en la decadencia moral causada por el fascismo, primero, y después por la ocupación norteamericana. El reparto incluía a Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Carlo Giuffré y Burt Lancaster. En un triángulo amoroso ambientado en el norte de África se concentra Oltre la porta (1982), también con Marcello Mastroianni, mientras que Interno berlinese, realizada en 1985, continúa las preocupaciones anteriores de Cavani y la acción tiene lugar en vísperas de la guerra, cuando un oficial alemán y su esposa se ven seducidos por la joven hija del embajador japonés ante el Tercer Reich, y por supuesto el matrimonio es arrastrado a una relación transgresora, en un triángulo de perversidades y desnudeces. Oltre la porta conforma, junto con Portero de noche y Más allá del bien y del mal, la trilogía de ambiente alemán de Liliana Cavani.
En los años noventa, Cavani parecía más dedicada a la ópera para televisión que al cine, y así dirigió La traviata, de Verdi (1992); Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni (1996); y Manon Lescaut, de Puccini (1998). No ostante, todavía produjo algunos filmes de interés como Dove siete? Io sono qui (1993), historia de amor entre dos personas sordas, y Ripley’s Game (2002), basada en la novela de Patricia Highsmith y secuela de The Talented Mr. Ripley.