Uno de los títulos más impactantes aparecidos en el panorama cinematográfico internacional en los años sesenta fue La pasajera (Pasażerka, 1963). Su realizador, el polaco Andrzej Munk, no pudo concluir el rodaje, pues falleció a los 39 años en un accidente de tránsito, el 20 de septiembre de 1961, en Łowicz, mientras regresaba a su casa tras una jornada de filmación en el campo de concentración de Auchswitz. Este documentalista y profesor de dirección en la Escuela de Cine, Televisión y Teatro de Łódź llamó la atención con sus largometrajes de ficción precedentes: El hombre de la cruz azul (1955), Un hombre en la vía (1956), Heroica (1958) y Mala suerte (1960), reconocidos en certámenes donde se imponía lo que comenzó a llamarse como la «escuela polaca», con Andrzej Wajda y Jerzy Kawalerowicz a la cabeza.

Munk partió para La pasajera de un argumento y un guion originales de Zofia Posmysz, en los cuales terminó por intervenir. La película relata el conflicto de una antigua celadora de las SS en el campo de concentración de Auschwitz que regresa a Europa al cabo de veinte años a bordo de un barco. En una escala en Inglaterra cree reconocer en una de las pasajeras que sube a bordo a una prisionera política que estuvo confinada en ese campo de exterminio. Asediada por los recuerdos de aquella época, también ella se presenta como víctima de la implacable maquinaria hitleriana. La antigua cuidadora del dantesco lugar ofrece a su esposo una versión de cómo trató de salvarle la vida a la prisionera, al tiempo que rememora vivencias que creía borradas para siempre acerca de una realidad que dista de la que cuenta.

Un equipo encabezado por su amigo y colega Witold Lesiewicz terminó la película según los propósitos de Andrzej Munk, y para ello utilizó el material ya rodado, fotografías del director y una narración en off que explica las secuencias que no pudieron filmarse. Por fortuna, los fragmentos que Munk pudo poner en cámara fueron los más importantes en el guion, pues se desarrollan por completo en el campo de exterminio. Las secuencias del barco quedaron pendientes y a ellas corresponden las fotos.

El enfrentamiento interpretativo de Aleksandra Śląska y Anna Ciepielewska adquiere la connotación de un duelo de expresivos silencios. «Munk mira la realidad del campo de modo distinto a como venía haciéndose hasta entonces en las películas de temática semejante —escribió el crítico Jacek Fuksiewicz—. La vemos no con los ojos de la víctima, sino del verdugo. El verdugo es la guardiana de las SS, la cual se entrega a un refinado y sádico juego psicológico con una de las presas, con el fin de humillarla y contrariarla».
Aun cuando le antecedió un filme de la envergadura de La última etapa (1948), dirigido por Wanda Jakubowska, poco después de liberado el campo donde ella estuvo prisionera, Munk mostró toda la carga de inhumanidad y crueldad de los nazis. Baste señalar la secuencia en que la guardiana observa cómo un soldado, desde el tejado de la cámara de gas a donde son conducidos cientos de niños, ignorantes de lo que les espera, deja caer la mortífera carga, o aquella de las vejaciones a las presas desnudas.

Aún inconclusa, La pasajera es una obra maestra, de las más audaces en aproximarse al tema del holocausto, que repercutió hasta convertirse en uno de los filmes más importantes del cine polaco y europeo de los años sesenta del siglo XX. Recibió una mención honorífica especial del jurado en el Festival de Cannes y el galardón de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI), así como un diploma de reconocimiento fuera de concurso en el Festival de Venecia, junto a distinciones de la Asociación de Periodistas Italianos a la mejor película fuera de concurso en el certamen. La Mostra veneciana consagró en 2001 una retrospectiva-homenaje con sus películas.

La entidad promotora de la cinematografía polaca difundió a principios de la primera década de esta nueva centuria una edición en DVD de este clásico —que trasciende la propia cinematografía que lo generó— con la inclusión de La última película (2000), documental sobre Munk que incluye declaraciones de Andrzej Wajda y Roman Polanski, entre otros. Frente a un filme estremecedor como este, uno se pregunta a dónde habría podido llegar este cineasta de habérselo permitido la vida.
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Gran pelicula
Abrazo desde Argentina querido Luciano