En medio de una cinematografía nacional dominada por el thriller, el melodrama y el cine de horror, e incluso cuando triunfa clamorosamente la combinación de los tres géneros, se impone el cine de autor del polémico Kim Ki-duk (1960-2020), que devino el realizador coreano más internacional, a partir de 2004, cuando ganó el premio como mejor director en los festivales de Berlín y Venecia, con Samaritan Girl (2004) y Hierro 3 (2004), respectivamente, un hecho sin precedentes en la historia del cine mundial. En 2011 y 2012 confirmó su estatus de autor consentido por los especialistas y la prensa cuando conquistó, primero, el premio máximo de Una Cierta Mirada, en Cannes, por Arirang (2011), y al año siguiente, el León de Oro en Venecia por Pietà (2012), que también fue la propuesta coreana para el Óscar.
En cuanto a sus obsesiones temáticas, las 22 películas que realizó relatan historias dominadas por personajes solitarios, alienados, brutales, adoloridos, mientras que su estilo representacional se mueve entre el ímpetu del montaje y la languidez pictórica, con un ritmo expositivo que suele ser pausado, con escasos y parsimoniosos diálogos. En medio de esta calma suelen introducirse súbitas elipsis, o irrumpen imágenes shock que exhiben actos cruentos explícitos. Kim Ki-duk conoce a fondo el lenguaje y el trabajo no solo como director, sino también en los oficios de guionista, editor, fotógrafo y productor. Desde su primer largometraje en 1995, dirigió y escribió uno o dos filmes por año, y pronto ganó prestigio por la eficacia de producciones de bajo presupuesto, el breve tiempo de rodaje y la capacidad para asumir temas considerados tabúes por la parte más conservadora de la sociedad coreana.
1. Humillados, alienados, transgresores: La primera etapa de su filmografía abarca retratos de jóvenes perturbados y rebeldes, en Cocodrilo (1996) y Animales salvajes (1997). La ópera prima del autor toma su nombre del alias que lleva un vagabundo violento, que vive bajo un puente sobre el río Han. Un día, él salva a una mujer que cae al río, luego la viola y después trata de integrarla a su vida marginal. El protagonista es un perdedor cruel, y es castigado la única vez que intenta actuar amablemente.
Animales salvajes está rodada en las calles de París (donde el cineasta estudió artes plásticas y vio dos filmes que lo impresionaron: El silencio de los corderos y Los amantes del Pont-Neuf), y gira en torno a tres inmigrantes coreanos que viven inmersos en un mundo oneroso y violento, donde no existe amistad ni confianza.
Un perfecto alienado es el protagonista de uno de los filmes más accesibles del director, Hierro 3. Se trata de un taciturno indigente que ocupa temporalmente viviendas, cuyos habitantes permanecen fuera. Un día entra en la casa de una hermosa modelo convertida en una sombra debido al maltrato del marido violento. Ambos personajes, la mujer abusada y el delincuente con corazón de oro, se resignan a una existencia fantasmagórica cuando descubren que no pueden separarse y aceptan, enajenados, su destino.
Para interpretar estos personajes humillados y transgresores, Kim Ki-duk contó con su actor fetiche Jo Jae Hyeon —protagonista de Cocodrilo y Hombre malo (2002)—, quien también asumió papeles secundarios como el proxeneta de La isla (2000) y el padre adúltero de Moebius (2013). El director actuó con frecuencia en algunas de sus películas, e interpretó, entre otros, al acosador de la protagonista en Amén (2011).
2. Instintos básicos, violencia machista, sadismo: En casi todas las películas de este autor se recrea la mórbida seducción del espectador moderno por la sexualidad y la violencia combinadas. En la mayor parte de estas películas la violencia es ejercida por varones vistos cual machos, individuos frustrados, iracundos y crueles, determinados a ejercer su poder sobre los débiles. A lo largo de todo el período de consagración del cineasta en los grandes circuitos occidentales, supo mantenerse fiel a estos personajes, capaces de ejecutar acciones extremas, tal como se percibe, por ejemplo, en La isla, Hombre malo y El guardacostas (2002).
La controvertida La isla está dominada por una violencia vinculada con la masculinidad, aunque siempre aparezca también algún momento de redención para estos hombres brutales, disolutos y canallescos. La isla cuenta, a través de escenas bastante crudas y violentas, la relación entre un fugitivo de la ley y la propietaria de un centro de pesca, cuyos inquilinos habitan tiendas flotantes en el lago.
En Hombre malo, que fue su primer éxito de taquilla, se insiste en los temas de la prostitución forzada y la violencia como ingrediente del vínculo amoroso, en la historia de un delincuente mudo, proxeneta y marginal, obsesionado con una joven de clase acomodada. La violencia y las escenas de sexo resultan gráficas y extremas, en contraste con los diálogos escasos.
En el punto donde lo social toca lo político se inserta El guardacostas, que presenta a un militar tan obsesionado con la idea de matar espías norcoreanos que descarga su ira y su odio con una pareja que accidentalmente cruza la frontera: mata al hombre y la mujer enloquece. También asistimos al creciente sentimiento de culpa.
Las posteriores Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera (2003), Hierro 3, Pietà y Moebius enfatizan el registro de actos criminales cometidos por personajes masculinos inadaptados, que violaron alguna ley o tabú, precepto moral o dogma religioso, y por lo tanto clasifican dentro de los llamados «antihéroes», sin llegar a ser villanos.
3. Toda prostituta será mártir: Híbrido de drama social y melodrama adolescente, La puerta azul (1998) fue su primer filme con amplia exhibición internacional (Berlinale, Karlovy Vary) y además presenta uno de sus temas recurrentes: la prostitución que gobierna las relaciones amorosas o sexuales. En una pequeña ciudad portuaria vive una joven, cuyo dinero es el único sustento de la familia, que trabaja en un pequeño hostal gobernado por una estirpe empobrecida. Pero la joven prostituta busca a cualquier costo una familia sustituta. También titulada Birdcage Inn, el filme tiene un grupo de marcas identificativas del autor: poco diálogo, breves escenas sexuales, violencia, situaciones deprimentes.
Sin embargo, el prestigio del cineasta se estableció sobre todo con La isla, que causó malestar de un sector del público coreano por la presencia de una prostituta que será figura recurrente en el sector de esta filmografía que algunos críticos llaman «sexología poética». Realizada un año después que La isla, Hombre malo fue acusada de misógina y excesivamente violenta, con la historia de este delincuente mudo que secuestra a la jovencita inocente y la obliga a prostituirse.
En Por amor o por deseo, también conocida con el mucho más sugestivo título de Samaritan Girl, o La samaritana, la protagonista es una muchacha que se ve obligada a prostituirse para conseguir dinero e irse de viaje. En la desesperación que le causa una redada de la policía se tira por una ventana, la hospitalizan y luego muere, mientras su amiga se ocupa de devolverle a sus dueños el dinero recaudado.
4. Sordidez, sadismo, tortura, desechos: En Cocodrilo se muestran los golpes y agravios hacia los ancianos, débiles víctimas de personajes más poderosos, y luego, en La isla se verifica la presencia de la miseria, la basura y la contaminación, explícitamente puestos en cámara, como aquella escena en que se exponen vísceras putrefactas de pescado.
A pesar de que El arco (2005) se atiene al minimalismo en tanto toda la acción ocurre dentro de un bote, también abundan los matices sórdidos, en alternancia con alegorías y detalles simbólicos, en torno al viejo pescador que crió a una niña para desposarla cuando cumpliera los 17.
En algunos de sus principales filmes se representan vejaciones a los mayores, o violaciones de los progenitores, como se ve en Pietà o Moebius. En la primera de estas películas hay no solo violaciones, sino también otras manifestaciones de brutalidad y barbarie, además de espacios habitacionales sumidos en el caos, la inmundicia y la insalubridad, todo ello engastado en el soporte del revenge thriller, muy frecuente en el cine coreano más comercial.
Por otra parte, la apelación a lo gráfico y lo grotesco en Moebius ocasionó que el filme fuera violentamente censurado para su exhibición en Corea, pues al director se le exigió cortar nada menos que 21 escenas consideradas demasiado chocantes, o fuertes. Una esposa descubre que su esposo le es infiel, y para reciprocarle la deslealtad decide, antes de huir, castrar al único hijo de los dos, e incluso devorar los miembros cercenados. Víctima de semejante monstruosidad, el hijo termina participando en una violación grupal de la antigua amante de su padre.
La visualidad de One on One (2014) recrea sus primeras películas de bajo presupuesto, violencia extrema y uso intensivo de la cámara en mano. Se cuenta el brutal asesinato de una adolescente y la cacería emprendida por un grupo terrorista de los siete sospechosos del crimen. También resultó chocante el mensaje ecologista de la coproducción coreano-japonesa Stop (2015), cuya pareja protagónica se desintegra y enloquece luego de presenciar el desastre de Fukushima, y ella se ve obligada a practicarse un aborto por haberse expuesto a la radiación.
Considerado ya un puntal del cine asiático, el director quiso tocar el tema más difícil de la realidad nacional en La red (2016), a través de la historia de un pescador norcoreano que es arrastrado accidentalmente al Sur, donde es interrogado brutalmente y convidado a la deserción. Después de varias penalidades logra regresar a su casa, pero entonces debe padecer el mismo tratamiento inhumano, en una suerte de generalización de la crueldad que va más allá de las ideologías.
5. Rudeza dramática vs. imágenes delicadas: Tal contraste se percibe desde su primera película, Cocodrilo, historia realista de un grupo de desarrapados sin hogar que conviven bajo un puente, y la sobrevida está marcada por la violencia y el delito.
El diseño de las imágenes en La isla remite a la antítesis entre rudeza y delicadeza: el espléndido escenario del lago contrasta con gráficas escenas de violencia, o la ira, la lujuria o los miedos de los protagonistas en oposición con los momentos que vehiculan calma, ternura y armonía.
En Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera también alternan momentos de lírico estatismo, que recrean la armonía universal con la súbita irrupción de la violencia, graficada mediante la edición y la fotografía perfectamente ensambladas para crear intriga y hacer avanzar el relato.
El contraste entre aspereza y refinamiento también se percibe en el fondo de Sueño (2008) con un personaje que se despierta de una pesadilla y se da cuenta de que la realidad de la vigilia replica al sueño. A través de la fotografía y la dirección de arte el filme sugiere el derrumbe de las paredes que separan la verdad de la elucubración inconsciente, sobre todo mediante cierto minimalismo de colores y texturas para recalcar las diferencias entre las casas de los protagonistas agobiados por sueños que se hacen realidad.
6. Antídotos contra la desintegración: La trama del drama realista Dirección desconocida (2001) tiene lugar en los años setenta, en una pequeña ciudad rural cercana a una base militar norteamericana. Entre otros personajes, está la madre coreana de un chico mestizo (el padre es afronorteamericano) y ella escribe diariamente cartas dirigidas a Estados Unidos, que siempre son devueltas con la inscripción de «Address Unknown». Allí vive también la hija tuerta de una familia de campesinos, que se entrega a un marino estadounidense con el fin de encontrar quien pague por una cirugía reparadora.
También en Samaritan Girl el cineasta aborda la dicotomía temática inocencia-erotismo o castigo-redención, en la segunda parte de la película, cuando la amiga de la prostituta se siente culpable por su muerte y se dedica a buscar a los clientes de la occisa para devolverles el dinero que ella ganó.
Una lucha contra la desintegración establecen las protagonistas de Tiempo (2006) y Aliento (2007). En la primera, hay una pareja muy enamorada hasta que ella decide desaparecer por unos meses para practicarse una cirugía plástica. Él encuentra otra muchacha, pero comienza a recibir mensajes que avisan del regreso de la mujer que ama. Tiempo discursa sobre la posibilidad de cambiar el modo en que los otros nos ven, particularmente nuestros seres queridos.
La historia de Aliento gira alrededor de una mujer que vive con un esposo adúltero, y que descubre en la prensa el caso de un suicida reincidente, va a visitarlo, lo va conociendo, paulatinamente adopta el propósito de hacerlo feliz y adorna su celda con flores y fotografías antes de que llegue la muerte. A diferencia de otras películas del director, esta se caracteriza por su exceso de diálogo, es fácil de ver y se desmarca de toda intención provocadora.
7. Estatismo pictórico: Obra imprescindible de una carrera irregular es Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera, cuya belleza plástica tiene mucho que ver con el hecho de que el filme está casi desprovisto de violencia, y los cinco capítulos que integran la narración (vida, lujuria, traición, muerte y redención) parecen dominados por una suerte de quietud contemplativa, concentrada en la belleza del lago rodeado de montañas, con la ermita al centro.
Primavera… contó con la primera presencia de Kim Ki-duk frente a las cámaras, quien interpretó al monje budista, ya adulto, al final de la película. A través de este filme el autor pudo vehicular sus obsesiones con la culpa, el placer, la crueldad y la futilidad de la vida, representados a través de las diversas pasiones que atraviesan el ciclo vital de una persona siempre víctima de su carnalidad, de su deseo de predominar o de incluso torturar a los más débiles.
Concebida como una suerte de oda, o de himno visual inspirado en la filosofía budista, en tanto exalta el estoicismo, la renuncia y la abnegación como únicos caminos para arribar al mejoramiento humano, tampoco se excluye en la película la naturalización de la maldad, cuando ni siquiera el niño monje, criado en un templo budista, encarnación directa de la pureza y del acercamiento a la perfección, sucumbe a la crueldad y los vicios, y su maestro lo reprende y castiga, de modo que deberá cargar una piedra sobre la espalda, símbolo del karma y de su responsabilidad con sus actos.
8. Simbolismo: Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera conseguía el milagro de representar la espiritualidad desde la universal relevancia del simbolismo contenido en el paso de las estaciones y de serenas composiciones con primorosos paisajes en un lago o las montañas. Cada estación, y estado moral del protagonista, aparece con una visualidad distinta y contiene una historia breve que tributa a la narración general, simbólica, sobre la eterna repetición de los ciclos vitales.
La austeridad formal domina en El arco, muy limitada en cuanto a diálogos, pero colmada de gestos que se destacan en primer plano, además de la imagen de la barca flotando en el océano como única referencia del mundo exterior, mientras que Aliento, con sus abundantes diálogos, recurre igualmente al simbolismo y al destaque de ciertas imágenes significativas para aportarle mayor coherencia a una historia más o menos irrelevante.
9. Entre el silencio y el estruendo: Los momentos de acción física suelen interrumpir largas secuencias introspectivas de escasos diálogos. En el plano sonoro se destacan también estos fuertes contrastes, sobre todo en ese cuento de hadas silencioso que es Hierro 3, cuyo nombre original, Bin-jip (Casas vacías) se atiene a la tranquilidad que domina mayormente la banda sonora de esta infausta historia de amor.
El sonido, reforzado por la fotografía que insiste en los espacios vacíos (por ejemplo, en La isla), vigoriza el sentido de soledad y aislamiento, introspección y recogimiento que suele predominar en torno a sus personajes, y algunos de los más memorables asumen una tendencia a la marginación y al distanciamiento de casi todo lo colectivo y grupal.
Moebius fue realizada con el propósito consciente de provocar al público convencional con una sucesión de escenas gráficas de masoquismo, tortura y perversiones diversas, sin embargo, llama la atención la ausencia casi total de diálogo, una decisión estética tal vez guiada por el deseo de que el espectador se enfrente a las fuertes imágenes sin paliativos.
Debe puntualizarse que las acciones violentas ocupan una trama casi siempre silenciosa, y este contraste suele estar insuficientemente motivado en términos dramatúrgicos. Puesto que el realizador plantea una metáfora sobre el caos y el silencio que carece de interpretación unívoca, será el espectador el encargado de encontrar las más diversas, e incluso contrapuestas, interpretaciones a películas tan desconcertantes como las más recientes Human Space, Time and Human (2018) sobre personas de diversas edades y ocupaciones que viajan en un acorazado militar, o Dissolve (2019), rodada completamente en Kazajistán, con actores locales.
10. Experimentación y cámara en mano: En 2000 el autor rodó en apenas 200 minutos lo que sería el largometraje Real Fiction, filmado en tiempo real y diferentes locaciones, con diez cámaras de 35 mm y otras diez digitales que facilitaran la manipulación en imágenes de una violencia casi abstracta. El material se consagraba a mostrar un trozo de la vida de un artista callejero que es víctima de la inopinada violencia de varios abusadores hasta que se despliega la ira vengativa del protagonista contra todos aquellos que lo había maltratado.
Con una frenética cámara en mano se rodó mayormente Amén, que sigue las huellas de una joven que viaja por Europa en busca de su novio desaparecido. Cuando duerme de noche la visita un enmascarado que la viola y le roba, pero que luego cambia su comportamiento. Precisamente en los momentos de violencia se despliegan los movimientos de cámara.
Grabado con los métodos del cine guerrilla y en estilo completamente experimental, Arirang es un documental integrado por cortometrajes completamente realizados por Kim Ki-duk en todos los oficios, cuando el cineasta decidió confinarse, solitario, en una casa en las montañas, luego de la crisis ética que sobrevino por el accidente casi mortal de una intérprete durante el rodaje de Sueño. El filme presenta varios monólogos del cineasta, quien, mientras la cámara hace zoom a su rostro, habla con un alter ego de sí mismo, o con su propia sombra. Poco después de rodar esta película, el director quiso explicar la naturaleza de todo su cine: «Para mí la vida es sadismo o masoquismo o autoflagelación. Todo consiste en ser torturado, torturar a los otros o a uno mismo».
En Tiempo, que ha sido señalada como una de sus películas más convencionales en términos narrativos, el director recurre a la coartada vanguardista, lejana del realismo, en cuanto a la repetición intencionada de planos, composiciones y espacios dramáticos como una manera de criticar la familiaridad o la rutina o el absurdo que rige el argumento. Y por ejemplo, Pietà, uno de sus trabajos más comerciales y populares, asimila también un empleo intensivo de las cámaras digitales con el fin de traducir eficazmente una intención más realista, vinculada a los estilos visuales del documental.
Al igual que algunos de sus personajes, el director fue considerado un marginal en el contexto más comercial de la industria del cine, y conquistó su reputación de autor rebelde, provocativo, inconforme, de vanguardia, gracias a cierto sector de los críticos que supieron, en primer lugar, interpretar sus agudas críticas a la cultura y los tabúes que rigen la sociedad coreana, y en segundo lugar, calibrar los méritos visuales de su cine, sobre todo cuando rodaba en exteriores.