Casi a punto de tragarnos el primer cuarto del siglo XXI, el Estado nunca ha dejado de subsidiar la producción de cine cubano. Ahora mismo lo hace a través del Fondo de Fomento, no solamente al favorecer una buena parte de la realización de películas de ficción, documentales y animados, sino, y muy importante, al permitir que los cineastas cubanos nos expresemos artísticamente sin depender exclusivamente del mercado, o lo que es peor, de la taquilla.
Este nuevo entorno que paulatinamente debe poner distancia con aquella crisis de crecimiento que duró demasiado, me permite ir a Julio García Espinosa, que cuando fue presidente del ICAIC incentivó el debate de un estratégico asunto: producir doce películas anuales para conseguir el estreno mensual de un largometraje cubano en los circuitos de exhibición.
Asumida con entusiasmo por cineastas y funcionarios, en su idea estaba tener, además de presupuesto y tecnología, un banco de entre diez y doce guiones listos, necesidad casi siempre apremiante, que pudiera sustentar un «tres por tres»: tres largos de manera simultánea, e ininterrumpida, en las tres fases; prefilmación, rodaje y posproducción, respectivamente. Se pronosticaba que esa cifra de tres lo tensionaría todo, haciendo estallar cuanto tornillo anduviera suelto, como sucedió. Entonces se fueron ajustando las soluciones. Si bien no se lograron los doce filmes, casi se rozó esa cifra durante varios años. Fueron los más productivos, aquellos que mediaron entre 1984 y 1991.
Ahora mismo, cuando la industria cinematográfica es diferente de los tiempos de Julio, y hasta las relaciones de producción cambiaron, quedan enseñanzas. Por tanto, no deja de ser estratégico pensar qué cantidad de largometrajes de ficción debería producir el cine cubano, y aunque parezca una obviedad, para qué; justamente ahora en que estamos en mejores condiciones de que nuevos y diversos ojos observen y filmen el país al diversificarse la producción.
Aspirar al estreno mensual, paulatino, de equis películas cubanas en el circuito de estreno en las salas de cine, implicará producir equis filmes de ficción al año, sin contar documentales y animados.
¿El actual diseño del Fondo de Fomento del Cine Cubano debía ser la táctica principal, es decir, uno de los caminos para llegar a aquella aspiración, y la estrategia, cuidar siempre la mayor calidad y diversidad?
Aun cuando calidad, cantidad y, agregaría, diversidad en materia de cine no son directamente proporcionales, matizo que no estoy propalando el cumplimiento de metas desde un carácter volitivo. En todo caso, pensar en una presencia cuantitativa en pantalla es una aspiración que habría que debatir entre cineastas y directivos, para que sea una satisfacción compartida y asumida con responsabilidad.
Si de algo estoy convencido es de que, más que la sobrevivencia, pasan la salud y el bienestar espiritual de la nación cubana por el manejo inteligente y entretenido del símbolo artístico, consumo que sigue alcanzando una gran preeminencia, específicamente desde lo cinematográfico.
Equis largometrajes de ficción, además de recuperar para las pantallas de las salas de cine su condición de espectáculo y espacio de socialización, podrían posibilitar lo siguiente:
- La emancipación artística, por tanto, cultural, fortaleciendo la identidad nuestra y equilibrando la pantalla de los cines cubanos con contenidos nacionales en el cada vez más apabullante horizonte audiovisual contemporáneo, casi siempre inclinado a un solo idioma.
- Rescatar esa porción de espectadores nacionales que en los últimos años ha ido perdiendo nuestra cinematografía, incluyendo sectores juveniles que poco, o nunca, han entrado a un cine.
- Restablecer la valoración financiera de nuestras películas, partiendo de la complejidad del guion, y visto este a través del presupuesto, aspecto que se logró en aquellas producciones de la década de los ochenta, pero que ahora puede ser útil si lo actualizamos, de manera que tendremos filmes de baja, media y alta complejidad de producción (no calidad estética).
- Incidir en el definitivo rescate tecnológico y civil de las salas. La meta de tener, no ya una sala por capital de provincia, sino, una buena sala por municipio está en consonancia con el fortalecimiento de esos territorios.
- Recuperar la dinámica financiera que aceite y cierre el ciclo industrial del cine en sus tres eslabones fundamentales: producción, distribución y exhibición.
- Potenciar el trabajo del guionista, sin cuyo desempeño sería imposible tal recuperación.
- Mostrar cinematográficamente el país en todo su vasto y singular contexto, y no solamente al habanero, que ha estado prevaleciendo mayoritariamente, lo que se desprendería de la diversificación de la producción.
- Más contenidos animados para niños. Y también para adultos, esta última producción, prácticamente inexistente en nuestras pantallas.
- Dar espacio a los géneros cinematográficos, de manera que a través de convocatorias específicas del Fondo se pueda inducir, y estimular, el financiamiento de filmes musicales, sobre la niñez, de aventuras, deportes, biográficos, bélicos, etcétera.
- Aumentar la presencia de filmes de contenido histórico, tan necesarios en cualquier cinematografía, pero que casi siempre por ser de época, son de alta complejidad, y necesitadas de un financiamiento considerable.
- Establecer una correspondencia dialéctica entre las escuelas de cine y la asimilación de sus egresados por parte de la industria. Una vez graduados, esos jóvenes podrían vivir de su trabajo, y en Cuba, en tanto que la práctica cinematográfica exige consagración y tiempo.
- La cohesión del gremio cinematográfico saldrá favorecida, pues un estreno nacional ya no será un hecho aislado y disperso, y es algo que sucede pocas veces al año.
- Se potenciarán especialidades que tecnológicamente deben estar actualizadas, como la fotografía, el sonido, la edición y los efectos visuales.
- Al aumentar la producción cinematográfica, por el carácter industrial del cine, se fomentan encadenamientos naturales con aquellos departamentos, estatales o privados, que dan servicios a la producción cinematográfica, como talleres de carpintería, herrería, confección de vestuario, hospedaje, elaboración de alimentos, etcétera.
¿Cuántas películas debe producir el cine cubano al año? ¿Qué crees tú, que has llegado hasta el final de este artículo, que no intenta hacer otra cosa que provocar tu participación?