El documental Mafifa (2021), dirigido por la cubana Daniela Muñoz Barroso (¿Qué remedio? La Parranda), se alzó con el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) en el 25 Festival Internacional de Cine de Mujeres Escoba Voladora, que transcurrió del 26 de mayo al 5 de junio en Ankara, capital de Turquía. El evento se dedica a reconocer, promocionar y fomentar las imágenes filmadas por realizadoras alrededor del mundo, y es organizado por la organización feminista La Escoba Voladora (Uçan Süpürge) desde 1998.
El jurado, integrado por los críticos Elena Rubashevska, de Ucrania; Ladislav Volko, de Eslovaquia, y el egipcio Ahmed Samy Youssef, reconoció que esta película «nos lleva a un viaje íntimo y personal que sutilmente logra expandirse al contexto más amplio de la sociedad. Con sus decisiones técnicas y artísticas que se ajustan perfectamente a la esencia de la historia, este documental muestra un impresionante nivel de madurez y destreza, lo cual es especialmente importante teniendo en cuenta que la directora actuó como camarógrafa».
Luego de un periplo festivalero que tuvo un inicio de lujo con su estreno mundial en la edición 2021 del Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA), como parte de la sección experimental Luminous, Mafifa alcanza en la cita turca su primer premio, concedido por la más importante organización global de la prensa especializada en temas cinematográficos, presente en la mayoría de los eventos, donde sus galardones se equiparan con los premios principales.
El crítico Youssef, en su reseña personal sobre la película para el sitio oficial de la FIPRESCI, destacó en Daniela «el uso de sus herramientas artísticas y técnicas para contribuir a la narrativa principal de una manera impresionante, teniendo por seguro que estamos contemplando el comienzo de una cineasta talentosa y prometedora», que tuvo a su cargo, además de la dirección, la fotografía, la producción —junto a Leila Montero— y el guion, coescrito a seis manos junto a Joanna Montero, también montadora de la película, y Carlos Melián, cineasta, periodista y narrador.
El egipcio resaltó como principal mérito de la cinta la banda sonora, que «hace de esta experiencia sensorial algo inolvidable, especialmente el diseño de sonido», a cargo de Glenda Martínez Cabrera, con la música original de Pepe Gavilondo y Sarah Gutiérrez, y apuntó que «en una de las escenas de la película Banda aparte (Band à part, 1964), cuando se solicitaba a los personajes que dejaran de hablar y el sonido se cortaba por completo, Godard intentaba descubrir el efecto del silencio en la banda sonora cinematográfica».
Precisamente, tal gesto y recurso expresivo «es lo que Daniela toma prestado aquí. En una de las primeras escenas, se dispone a explicar su problema auditivo a una niña, y cuando esta empieza a hablar fuerte, el sonido desaparece por completo. Daniela no trata de experimentar el efecto del silencio como lo hizo Godard, sino que de hecho estaba tratando de ofrecerle al público una experiencia sensorial de su sufrimiento. Esto continúa de manera brillante a lo largo de los eventos de la película. La banda sonora se convierte en parte del tema de la película y en un medio sensorial para transmitir la audición dificultosa de Daniela».
Desde el propio título de su análisis, Youssef define Mafifa como una «inmersión en la memoria del otro… como umbral para la reconciliación con uno mismo», apuntando que «la curiosidad de Daniela por la “campana” la llevó a Mafifa, la mujer que se destacó por tocar ese instrumento masculino, y a pesar de esa genialidad, no tiene ningún archivo oficial, solo esas anécdotas que Daniela extrajo de la memoria de sus vecinos y contemporáneos. Esta vida misteriosa y apasionante de Mafifa, así como su resiliencia como mujer en ese medio masculino, especialmente al lidiar con muchos rumores sobre su orientación sexual, le dieron a Daniela la fuerza suficiente para enfrentar sus miedos y reconciliarse consigo misma».
Luego de su estreno global en IDFA, Mafifa participó en el Festival de Cine de Gotemburgo, en Suecia, cuya edición correspondiente a 2022 tuvo lugar del 28 de enero al 6 de febrero, y contó con una selección de 200 películas de 75 naciones.
Arribó a esta segunda plataforma europea de la mano de la distribuidora Habanero Films, compañía que posiciona el cine de realizadores cubanos en importantes plazas internacionales, y que a partir de entonces se ha encargado también de trazar para este segundo largometraje de Daniela Muñoz una ruta promocional.
Su tercera parada resultó en la primera proyección latinoamericana de la película, en el 27 Festival Internacional de Documentales É Tudo Verdade, que se celebró en Brasil, cercano ya a las tres décadas de promocionar las obras fílmicas de documentalistas de América del Sur. La cita brasileña transcurrió del 31 de marzo al 10 de abril en formato híbrido, por la pandemia de COVID-19, de manera presencial en cuatro salas de São Paulo y en dos de Río de Janeiro, y en plataformas virtuales donde se pudieron apreciar las 77 obras de 34 países seleccionadas.
A propósito de su proyección en IDFA, el crítico Neil Young reseñó para el medio Screen Daily, coincidiendo en más de un criterio con Youssef, que Mafifa es «un ejemplo inusual y bienvenido de documental biográfico, cuyo propio estilo está a la altura del ejemplo radical y heterodoxo de su temática. Conecta irresistiblemente al espectador en el frenético mundo de la conga cubana», reconociendo igualmente que «la verdadera maravilla de la película, sin embargo, es el diseño de sonido realizado por Glenda Martínez Cabrera y su equipo. Como ella señala desde el principio en su extensa narración en off, Muñoz Barroso experimenta “pérdida auditiva bilateral progresiva”; Martínez Cabrera amortigua y enmascara algunos sonidos para transmitir la perspectiva sensorial de una cineasta cuyo trabajo gira en torno a los estímulos auditivos».
Young también elogió el montaje de la cinta, señalando cómo «los resultados de las andanzas de Muñoz Barroso son editados en estilo impresionista por Joanna Montero, quien deja intactos todos los bordes ásperos de la producción. Las entrevistas a menudo se realizan en un primer plano extremo a través de la cámara en mano, logrando una rara franqueza e intimidad, ya que la involucrada Muñoz Barroso se hace amiga de sus interlocutores. Hay energía y dinamismo real aquí. Esta es una obra que, al igual que los participantes en la conga, ocasionalmente se desliza en un estado de trance de abandono primario y elemental, como la evocación estimulantemente salvaje de una tormenta», señaló el crítico.