Con reiteración, el cineasta Luis Felipe Bernaza (1940-2001) se lamentó de la minimización de la comedia, sobre todo por el cine, en un país de humoristas como Cuba, y que sobre el humorista pese la acusación peyorativa de «hacer arte menor». Felizmente, como otros cineastas de su generación, en su obra documental introduce el humor como un elemento detonador del tema abordado, capaz de suscitar una más efectiva comunicación y la reflexión del público.

Bernaza cuenta con poco más de una treintena de documentales en su importante filmografía cuando descubre en uno de sus recorridos a un personaje singular, de esos que urge filmarlos. Pedro Acosta, un campesino analfabeto, es apodado Pedro Cero por Ciento por haber convertido la vaquería Ñame Uno, de la cual es administrador, en la mejor, no solo de la provincia Sancti Spíritus, sino posiblemente de todo el país, por poseer el récord nacional de permanecer más de siete años y medio sin que se le muera ni un ternero ni una vaca bajo su cuidado.
Los créditos del documental Pedro Cero por Ciento (1980) ubican a Pedro como una suerte de don Quijote en lucha contra las dificultades, «en un lugar de Fomento de cuyo nombre no quiero olvidarme». El uso del narrador de un texto coescrito por Bernaza y Ambrosio Fornet apela al humor para describir las faenas cotidianas desde la madrugada de este «hidalgo proletario, machete a la cintura, rocín flaco y una moral más alta que el pico Turquino».

La atinada selección del personaje y la pericia de Bernaza consiguen una entrevista central plena de frescura y espontaneidad, hilo conductor del documental. La peculiar forma de hablar del campesino cubano, de pronunciado acento, el gracejo popular, las ocurrencias, son aprovechadas para relatar el enfrentamiento de este hombre contra las fuerzas de la naturaleza para lograr la mayor cantidad de leche posible (más de cuatrocientos mil litros anuales) y disminuir el costo de producción de cada litro mediante sus «vacas milagrosas», así llamadas con sorna por sus rivales de las vaquerías vecinas.
Pedro presenta con sus rasgos distintivos a cada uno de los vaqueros que colaboran con él y las vacas que posee, 270, cuyos nombres conoce a la perfección, porque «hay que atenderlas como a las mujeres» para que produzcan más leche. Los desvelos de este campesino, el esmero en el cuidado y las atenciones a los animales, la alimentación a su hora, «como a los niños», las tribulaciones con el nacimiento de una ternera bautizada «Película», son mostrados mediante la conjunción de la fotografía espléndida de Julio Simoneau, una precisa edición de Rolando Baute, que alterna planos generales, medios y primeros planos de animales, gestos, personas, y una banda sonora que recurre a la música clásica y no a las tonadas de guitarra propias del medio rural cubano.

Pedro Cero por Ciento —que cuenta con un guion de Bernaza, con la colaboración de Alberto Santana— es claro exponente del dominio que tiene el cineasta de los recursos comunicativos y del alto nivel alcanzado por el cine documental cubano. «Poco después de concluido este documental, Pedro Acosta comenzó a estudiar», reza el último crédito de un filme de ritmo trepidante. El jocoso retrato del campesino que consigue mantener en cero la mortalidad del ganado a su cargo sirve luego como tema y prototipo de Pedro Quijano, protagonista de la comedia musical De tal Pedro, tal astilla (1985), estrenada en el teatro Karl Marx bajo la dirección de Nelson Dorr. Ese año, Bernaza escoge el mismo título para su primera experiencia en el largometraje de ficción.

El 15 de octubre de 1981, el cine Charles Chaplin estrenó Pedro Cero por Ciento, que meses más tarde recibió el tercer premio Coral en el tercer Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Al año siguiente obtuvo la Paloma de Plata en el 25 Festival Internacional de Cine Documental y de Animación de Leipzig, Alemania, y el galardón de realización en el Festival Caracol de la UNEAC. Su inclusión entre los filmes más significativos estrenados en 1982, según la selección anual de la crítica especializada nacional, corona la trayectoria de este clásico del cine documental cubano.