Casi una década, exactamente nueve años, ha transcurrido desde que el Festival de Cannes presentó, en su sección inaugural, Holy Motors, de Léos Carax, que causó asombro, estupor y el aplauso de algunos. Mucho tuvo que ver con el desconcierto aquel extraño final, en el cual Céline (Édith Scob) lleva la limusina a un estacionamiento llamado Holy Motors, que está lleno de otras limusinas, y cuando sale del parqueo las limusinas comienzan a conversar entre ellas con unos extraños sonidos metálicos y musicales. Quienes la han visto, de principio a fin, saben que no solo el final es raro e impactante. Ahora, Carax vuelve a inaugurar el Festival, con Annette, anunciada para la noche de apertura, el 6 de julio, como parte de la competencia oficial.
Con una banda sonora creada por el dúo pop de vanguardia Sparks, la comedia musical está hablada en inglés y protagonizada por Marion Cotillard y Adam Driver, quienes encarnan a una pareja integrada por una actriz famosa y un comediante de monólogos. Ella y él parecen bastante trastornados cuando nace su primera hija, que resulta ser una niña misteriosa y excepcional. Esta nueva experiencia de «cine absoluto» promete dividir a la prensa, al igual que ocurrió con Holy Motors, y además garantiza el reencuentro con uno de los grandes maestros de la cinematografía contemporánea francesa, autor de las también polémicas Mauvais Sang (1986), Les Amants du Pont-Neuf (1991) y Pola X (1999).

En la selección oficial de la 74 edición del Festival, dada a conocer hace unos días, aparecen no solo los filmes en competencia (a los cuales consagramos mayormente este reporte), sino también los de secciones paralelas como Un Certain Regard, Fuera de Competición, Proyecciones de Medianoche, Cannes Premières y Proyecciones Especiales. Las producciones francesas cubren casi todas las bases, aunque los organizadores reforzaron el segmento de los competidores por la Palma de Oro, donde figura algo así como la crème de la crème del cine francés: además de la cinta mencionada de Carax, está Jacques Audiard con París, Distrito 13, Bruno Dumont se vale de un filme llamado simplemente Francia, mientras que Ozon, cuando presente su última película Tout s’est bien passé se habrá transformado en una presencia habitual en estas tandas. En 2017, Ozon concursó en la Riviera con El amante doble, y el año pasado, cuando se suspendió el evento, el autor ya tenía lista, y seleccionada, Verano del 85.
En el conjunto anteriormente mencionado, destaca con luces y oscuridades propias el filme en blanco y negro de Audiard, quien regresa al cine francés luego de su incursión norteamericana de 2019 con el singular wéstern The Sisters Brothers. Audiard adapta a la gran pantalla una serie de cuentos extraídos de una novela gráfica de Adrian Tomine, y le confiere una perspectiva completamente parisina a la historia episódica de cuatro jóvenes amigos, y ocasionales amantes, que resultan personajes capaces de vehicular la cultura juvenil contemporánea y sus múltiples contradicciones, a través de un guion coescrito por las cineastas Celine Sciamma y Léa Mysius. La última vez que Audiard concursó en Cannes fue en 2015, con Dheepan, que además ganó la Palma de Oro.
Al cuarteto de ases que integran Carax, Audiard, Dumont y Ozon se suman otros tres filmes igualmente franceses y también en competencia, de muy diversos géneros y estéticas, los tres dirigidos por mujeres: La isla de Bergman (Mia Hansen-Løve), La Fracture (Catherine Corsini) y Titane (Julia Ducournau), para un total de ¡siete títulos en competencia!… En fin, es como si se tratara de un festival de cine francés con algunos invitados extranjeros. ¿Proteccionismo de lo propio o chauvinismo amparado por las ventajas que se otorga el anfitrión?
Si los franceses eligieron lo mejor, o al menos lo más prestigioso de su cornucopia, el cine estadounidense aporta una presencia mucho menos plural y contundente, debido sin dudas a los conflictos de agenda con los atrasos ocasionados por la pandemia, y la escasez también está ocasionada por el rechazo de Cannes a los estrenos en plataformas digitales, últimamente mayoritario para los grandes estrenos del cine norteamericano. A pesar de todo, están Wes Anderson, Sean Baker y Sean Penn. Este último dirige y protagoniza Flag Day, sobre el nefasto legado que un padre le deja a su hija, y debe anotarse que el célebre actor está acompañado en el reparto por su propia hija, Dylan Penn. Por su parte, Sean Baker, consagrado con The Florida Project (2017), presenta la comedia ácida Red Rocket, sobre un actor porno que regresa a su pequeño pueblo en Texas, un lugar donde nadie lo quiere de vuelta.

Producido, escrito y dirigido por Wes Anderson, The French Dispatch es el más francófilo de los filmes de un autor de culto que realizó también Rushmore, The Royal Tenenbaums y The Grand Budapest Hotel. En el reparto destacan Timothée Chalamet y Léa Seydoux, junto a Frances McDormand, Tilda Swinton y Benicio del Toro, cuenta con música del consagrado Alexandre Desplat (Un profeta, La forma del agua, Un oficial y un espía), y relata historias cruzadas en torno a la corresponsalía en Francia de una publicación norteamericana, empeñada en hacer buen periodismo.
El también norteamericano Spike Lee será presidente de jurado. Él había recibido ese honor el año pasado, pero como el evento nunca llegó a celebrarse, pues este año el Festival decidió honrar a este cineasta militante, que será el primer realizador negro en ocupar tan prestigioso puesto. En 2018, Spike Lee recibió el gran premio del jurado con BlacKkKlansman, que recuenta la historia real de un policía negro que se infiltra en el Ku Klux Klan para evitar un atentado contra unos estudiantes que militaban a favor de los derechos civiles en los años setenta. El filme se inspira en un libro escrito por Ron Stallworth y cuenta la verdadera historia de este policía. John David Washington compartió la pantalla con el siempre convincente Adam Driver.

Procedentes de nacionalidades «exóticas» están la japonesa Drive My Car, nueva producción de Ryusuke Hamaguchi, y la australiana Nitram, de Justin Kurzel. Además, una buena parte de los mejores augurios son promovidos por los representantes de Israel, Irán y Tailandia, es decir, respectivamente, La rodilla de Ahed, dirigida por Nadav Lapid; Un héroe, de Asghar Farhadi; y Memoria, del veterano en estas lides de la Riviera francesa Apichatpong Weerasethakul. También aparecen dos filmes africanos en nómina: Marruecos aporta Casablanca Beats (Nabil Ayouch) y Chad envió Lingui, de Mahamat-Saleh Haroun, quien se ha transformado en un nombre fijo en las selecciones oficiales de Cannes a partir de dos dramas devastadores, Un hombre que grita (2011) y GrisGris (2013). Ahora, Haroun se apunta a una de las derivadas más frecuentes en el cine contemporáneo, el thriller cargado de conciencia social, con la historia de una joven musulmana, cuya hija adolescente está embarazada y necesita una interrupción, solo que el aborto es ilegal y está considerado tabú en Chad.
Respecto al cineasta israelí Nadav Lapid debe recordarse que su anterior filme, Sinónimos, alcanzó un premio máximo en el Festival de Berlín, y así el cineasta se convirtió en una de las figuras más prominentes de las cinematografías mediorientales, tal y como Mahamat-Saleh Haroun se cuenta entre los más significativos cineastas africanos. En La rodilla de Ahed, Lapid insiste, como todo autor que se respete, en un tema similar al de su anterior filme: los vínculos de los personajes con su país y lugar de origen, y por esos rumbos hace la historia de un renombrado cineasta israelí (tal vez su alter ego), que viaja a un pueblo remoto para asistir al estreno de una película, pero se ve envuelto en una serie de incidentes relacionados con el resguardo de la libertad de expresión y la salvación de la frágil democracia.
Especialista en dramas verbalistas, colmados de suspense, sobre familias rotas y oscuros secretos del pasado que alteran el presente, como se percibe en las oscarizadas Una separación y El vendedor, el maestro iraní Asghar Farhadi vuelve a la realización en su país con Un héroe, luego de realizar en España Todos lo saben, que en 2018 inauguró el festival francés, donde había obtenido, pocos años atrás, el premio al mejor guion por El vendedor. Y si Farhadi regresa a su natal Irán, el recorrido inverso es descrito por el autor tailandés Apichatpong Weerasethakul, quien ha realizado el primer filme fuera de sus predios, titulado Memoria, así, en español, y que fue rodado en Colombia, siguiendo las huellas de una protagonista nómada (interpretada por la británica Tilda Swinton, junto al colombiano Juan Pablo Urrego y el mexicano Daniel Giménez-Cacho) que padece un síndrome de jaqueca aguda causada por horribles sonidos que no existen en la realidad. El cineasta ha definido Memoria como su nuevo descenso a un mundo lírico, a escasa distancia del real, un descenso similar al que describía El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas, ganadora de la Palma de Oro en 2010.

Si estamos hablando de grandes maestros que compiten por el premio máximo, se impone regresar a la geografía europea. De la región oriental entraron solo dos representantes: La historia de mi esposa, de la húngara Ildikó Enyedi, y La gripe de Petrov, dirigida por el ruso Kirill Serebrennikov, concentrado esta vez en una familia disfuncional, cuyos miembros contraen una enfermedad contagiosa y se ven obligados al aislamiento. Los nórdicos quedaron representados también por dos embajadoras, la finlandesa Compartimento Número 6, de Juho Kuosmanen, y la comedia romántica noruega La peor persona del mundo, que significa para su director, el prolífico Joachim Trier, la conclusión de la llamada Trilogía de Oslo, iniciada en 2006 con Reprise y continuada cinco años después con Oslo, 31 de agosto, que significó su entrada en los cenáculos de Cannes.
Al accidentado relieve de las cinematografías de Europa oriental y septentrional se añaden, cual guinda en el pastel, otros tres autores de prestigio: The Restless, del belga Joachim Lafosse; Paul Verhoeven representando a los Países Bajos con Benedetta; y el italiano Tre Piani, de Nanni Moretti, quien también lucha por su segunda Palma de Oro, tras la obtenida en 2001 con La habitación del hijo. Aquí, Moretti adapta, por primera vez en su filmografía, una historia creada por otros, y trasplanta desde Israel hasta Italia la novela escrita por Eshkol Nevo sobre tres familias que habitan diferentes apartamentos en el mismo condominio y padecen grandes crisis a causa de la soledad, la obsesión con el pasado y el abuso infantil.
De estas últimas, vale hacer párrafo aparte con la seguramente controversial Benedetta, continuación al psicothriller erótico Elle, que le ganó una nominación al Óscar a Isabelle Huppert. Adaptada del libro de no ficción de Judith C. Brown, Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy, la película está protagonizada por la actriz belga Virginie Efira en el papel de la novicia que es sujeto de visiones religiosas y eróticas, que luego se une a un convento y allí se enamora de una mujer (Daphne Patakia) hasta crearles un problema a la abadesa (Charlotte Rampling) y al nuncio del Vaticano (Lambert Wilson). Verhoeven ha competido varias veces en Cannes; se recuerda el paso por el Festival de Basic Instinct y Elle, pero nunca ha obtenido un premio importante.

Y si bien la competencia oficial prescindió por completo del cine latinoamericano y del Caribe, Un Certain Regard incluyó la ópera prima haitiana Freda, de Gessica Généus, y también participa la mexicana Noche de fuego, debut en la ficción de la multipremiada documentalista Tatiana Huezo. Entre las Proyecciones Especiales se cuentan O marinheiro das montanhas, del consagrado autor brasileño Karim Aïnouz, y el filme de cuentos The Year of the Everlasting Storm, que cuenta con un segmento dirigido por la chilena Dominga Sotomayor, junto con otros a cargo de Jafar Panahi (Irán), Anthony Chen (Singapur), Malik Vitthal (Estados Unidos), Laura Poitras (Estados Unidos), David Lowery (Estados Unidos) y Apichatpong Weerasethakul, quien se convierte en uno de los pocos autores en presentar obras en más de una sección.
La poderosa selección oficial del Festival de Cannes se empeña en ofrecer una parte del mejor cine de autor mundial a través de una nómina que se conformó con valores seguros, en tanto incluye ganadores anteriores (Moretti, Audiard, Weerasethakul) y cineastas que han formado parte del Festival en, por lo menos, dos ocasiones anteriores (Farhadi, Verhoeven, Dumont, Carax, Ozon, entre otros), sin olvidar los nuevos, los que debutan en este festival, pero que fueron consagrados en otros eventos: la húngara Ildikó Enyedi o el israelí Nadav Lapid, ambos ganadores del Oso de Oro en Berlín en 2017 y 2019, respectivamente.
Además, la lista de entradas en la competencia oficial pudiera ampliarse en los próximos días, con algunas películas presentadas a último momento. Tal vez concluya a tiempo su nuevo filme el maestro del thriller coreano Park Chan-wook (Decision to Leave), o Joel Coen considere el festival una plataforma adecuada para el lanzamiento de The Tragedy of Macbeth, que implicaría la décima participación de cualquiera de los dos hermanos Coen en el evento de la Croisette. Ellos ganaron la Palma de Oro por Barton Fink (1991), luego acumularon galardones como mejores directores (Fargo, en 1996, y The Man Who Wasn’t There, en 2001) y más tarde conquistaron el gran premio del jurado por Inside Llewyn Davis (2013). Es difícil que se abstengan de escuchar nuevamente las fanfarrias del triunfo, si es que la película es concluida a tiempo.