Juan Francisco Vilar parece un nombre demasiado «serio» cuando conoces a quien lo lleva. Y no es que él no sea un tipo serio, pero, sin dudas, Juan Pin (como le puso su papá y le dice todo el mundo) le queda mejor. Su mote remite directamente a la farándula habanera, especialmente a aquella de los ochenta que formó parte de una generación de poesía y guitarras, una con tremendo swing.
Justamente de esa generación es el músico protagonista del nuevo documental de Juan Pin. Se trata de «el trovador del rock argentino», ese flaco también con swing y uno de los más grandes cantautores de América Latina: Fito Páez.
La Habana de Fito, título del proyecto, resultó ganador en el apartado de producción de largometrajes de ficción, documental y animación, de la segunda convocatoria del Fondo de Fomento del Cine Cubano. Según su director, y también guionista, en estos momentos quedan pendientes filmaciones en La Habana, del músico en Buenos Aires y de algunas entrevistas más. Y bueno, como es lógico, editar, posproducir, exhibir…
Aunque su título remite directamente al concierto homónimo que hace unos años hiciera Fito en la capital cubana, el documental va más allá:
«Son nuestros recuerdos de lo que hemos vivido juntos en esta ciudad. Trazos de una amistad de más de treinta años. Fito es el hilo dramático, su presencia y percepción sobre Cuba, más la presentación del contexto en que ocurre la historia. Todo se hilvana, se soporta, gracias a entrevistas muy puntuales», explicó el realizador en conversación para la Revista Cine Cubano.
A mi pregunta de por qué Fito y por qué ahora, el también director del documental Pablo Milanés ―sobre otro de sus grandes amigos― responde: «Fito, porque nos unen historias y puntos de vista comunes en relación con Cuba. Ahora, porque ya estamos viejitos y me parece que es tiempo de contar. De hecho, pensé hacer este documental desde que murió Santi Feliú, porque sentí que la muerte es posible a cualquier edad. Durante muchos años fuimos Fito, Santi, Avalis (Alejandro) y yo amando esta ciudad, pecando, viviendo, y no quisiera morir sin dejarles a mis hijos el testimonio de tanta belleza».
El autor de «Cable a tierra» no es una persona difícil de filmar. Juan Pin lo describe como un artista que tiene claro de qué va la cosa, «de hecho, ha dirigido películas, es un hombre muy generoso sin egos estúpidos al que le gusta ayudar, lo cual facilita mucho cualquier proyecto que le propongas». Su relación con La Habana es como su música, «vivencial, muy profunda. En un momento de su vida, Pablo Milanés, Cuba, La Habana, en ese orden, representaron para él (Fito) una balsa flotando en medio de la tempestad».
Sin embargo, el realizador asegura que La Habana de Fito no será un documental nostálgico. «El pasado ya fue y se convierte en una anécdota, un instante cósmico en el tiempo. No obstante, me gusta que mis hijos aprendan otro punto de vista sobre lo ocurrido. Creo que es importante que reflexionemos, porque en la medida que filmo y edito, también recuerdo y reflexiono yo».
En la segunda convocatoria del Fondo de Fomento del Cine Cubano, el comité de selección evaluó 16 candidatos en la categoría de producción de proyectos de largometrajes de ficción, documental y animación. De ellos, siete resultaron ganadores, cuatro ficciones y tres documentales. Entre estos últimos se encuentra La Habana de Fito, cuyos productores son Ricardo Figueredo, Juan Francisco Bayon y Josué García.
El Fondo ofrece una opción más para los guionistas, directores, productores… Juan Pin afirma que todos los esfuerzos que se hagan para que el cine cubano se desarrolle son estimables. «Hasta ahora todo lo que escucho sobre el Fondo son elogios». Sin embargo, el realizador opina que es fundamental que las producciones independientes se exhiban en Cuba, «ante su público natural, sin que medien absurdos criterios. Ese es el mejor impulso».
Enfocado en avanzar, justamente, en su carrera como realizador independiente, Juan Pin cocina varios proyectos. Uno de ellos tiene como invitado nuevamente al trovador del rock argentino. Se trata de un documental que incluye a cuatro «musicazos» (tres de ellos, cubanos): Pablo Milanés, Pancho Céspedes, Cimafunk y Fito Páez. «Es un regalo al pueblo cubano. Una respuesta a la idiotez. Un milagro sonoro», es todo lo que adelanta su director sobre el proyecto.
Pero la cosa no termina ahí. «Filmados y esperando por presupuesto para editar tengo cuatro documentales que debían ser de interés institucional: El Fifty, sobre el extraordinario percusionista Tata Güines; Un hombre providencial, sobre la vida del político e intelectual cubano Ricardo Alarcón de Quesada; El humor no cabe en la azucarera, sobre el grupo Nos y Otros, ofrecimiento que me hizo mi amigo Eduardo del Llano; y La lista no da con el billete, ensayo fílmico sobre la intelectualidad cubana desde 1968 hasta 1978», comentó el realizador.
Defensor del respeto y la libertad para confrontar ideas, polémico en su andar por la vida, Juan «Pin» Vilar concibe actualmente su producción audiovisual de manera independiente. Sin embargo, a él le gustaría que existiera «un solo cine llamado cubano. Sin épocas. Una sola línea que viaja desde la primera vez que un cineasta cubano dijo: “Acción”, hasta el infinito…». Todavía con mucho que decir, con historias que contar, este realizador, al igual que Fito, viene a ofrecer su corazón.