Confieso que contemplé I Care a Lot (J. Blakeson) llevando cara de «no me lo puedo creer», hasta ese último minuto en que toda la desconcertante —y puede que deliciosa, también, para los que estamos hastiados de tanta hipocresía moralista— «incorrección política» de esta cinta estadounidense se deshizo de un solo balazo, incrustado en el pecho de Marla por el hijo perjudicado en un proceso de custodia legal que desemboca en la muerte de su madre.
Ocurre esta venganza para aliviar a la mayoría de los espectadores de ver triunfar la maquiavélica filosofía de la protagonista, encarnada por una Rosamund Pike decidida a convencernos de que el mundo se divide en depredadores y presas y hay que elegir el bando correcto de las fieras. En definitiva, como bien lo resume una reseña de Vanity Fair, la película no pasa de ser una «travesura amoral», sin el afán rotundamente perturbador de iconoclastas verdaderos, como los hermanos Cohen de No es país para viejos (2007), por ejemplo.
Estrenada en septiembre de 2020 en el Festival Internacional de Cine de Toronto, y liberada en febrero de 2021 para el consumo en streaming por la plataforma Netflix, con el cacofónico título en español Descuida, yo te cuido (en la televisión cubana se exhibió como La tutora), ahora esta comedia negra de solo villanos y sin un resquicio de bondad, con tempo acelerado y trucos de thriller, recibió un espaldarazo con el lauro de actuación otorgado en los Globos de Oro 2021 a la actriz británica en su rol de mujer emprendedora con máscara de querubín y corazón de iceberg, que conduce una start up company encargada de administrar conservatorchips (tutelas) de ancianos supuestamente vulnerables y que ante la ley dice: «Yo puedo atenderlos mejor que sus familiares», para a seguidas guardarlos bajo férreo cerrojo en asilos mientras vende sus casas y saquea sus cuentas bancarias.
La Pike describe así su método de composición del personaje: «Estuve pensando en cómo conseguir poner a la gente de tu parte y en el arte de vender, vender algo que podría carecer totalmente de moral, pero que la gente compraría». Y en generalconvence, plantándose de cara a los tribunales de la justicia en la película, y a los espectadores y críticos en la pantalla, con el don natural de su pálida faz de ángel, el carisma de intelectual y la british elegance de la ropa que cubre sus 1.74 metros de estatura, al tiempo que reserva para los instantes de planificación íntima y cálculos siniestros con Frankie (la mexicana Eiza González), su pareja lesbiana y partner en la empresa, y para los encontronazos face to face con la mafia rusa que se le planta de obstáculo en el camino, su mirada más cínica, la sonrisa hierática y la cuadrada barbilla alzada en pose de retadora.
Para algunos, sin embargo, nada nuevo bajo el Sol, pues la recuerdan ya de hermosa esgrimista y agente doble, despiadada opositora de James Bond en Die another day (2002), y sobre todo de Gone girl (Perdida, David Fincher, 2014), donde Pike (Amy) es supuestamente la esposa sacrificada y víctima de Nick (Ben Affleck), el marido vago, infiel y quizás responsable de su desaparición y asesinato, para a la larga quedar revelado que la mujer es una manipuladora agazapada y una máquina de cómputo para urdir tramas perversas.
Aunque, dicho sea a su favor, en la película de Fincher, basada en el bestseller de Gillian Flynn, la actriz enseñaba solo su rostro bueno durante más de la mitad del filme hasta que su faceta de mala malísima emergía sorpresivamente en el tramo final. En cambio, durante I Care a Lot las transiciones entre las dos caras de esta Eva fatal muchas veces tienen que suceder sutilmente en el transcurso de una misma escena. E igualmente en contraste, nunca su personaje practica un camuflaje de mujer mártir, sino que representa desde el primer momento una convincente dominadora en este mundo de machos, empoderada y exitosa, sexualmente liberada, una figuración del ideal feminista, que guardara, sin embargo, en la trastienda —otra diablura del filme— las peores derivaciones éticas de los sueños de poder.
Además de esta refrescante irreverencia, hay que destacar otras trastadas del guion del propio Blakeson, como la introducciónde la mafia más patética jamás vista en toda la iconografía del cine de hampones: rusos (tenían que ser) y conducidos por un enano (Peter Dinklage), cuya histérica peligrosidad luce de inmediato desmentida por su fragilidad física y los pucheros brotados de su alma eslava por la mamushka, una Dianne West a la que alcanzan sus pocos minutos en pantalla para enseñar, junto al estupor de anciana secuestrada, los bríos que demuestren a Marla el haberse metido con la persona equivocada y así brindar la acaso más sobresaliente interpretación de la película.
Y en lo que han visto algunos como fallas de verosimilitud en el libreto —en mi opinión, es un derivado del propósito anteriormente expuesto—, estos mafiosos, para colmo, demuestran una ineficacia inaudita para resolver el entuerto,moviendo los dineros o apelando a la amenaza, y terminan acometiendo un disparatado asalto al hogar de ancianos que, por lo malogrado, les conmina al intento, igualmente fallido, de asesinar con visos de suicidio a la Marla-leona que no quiere soltar su presa.
Con el trasfondo real del caso de la cantante Britney Spears y sus denuncias de pérdida de control de la vida y finanzas estando en una situación de tutelaje, de paso I Care a Lot lanza una alerta sobre esa desmesurada preocupación ajena que puede resultar lesiva para la libertad individual y pone una alerta acerca de un legislación bienpensante en la superficie, donde la intromisión estatal aboga por la protección de las personas con alguna discapacidad física y mental, pero de doble filo, pues puede convertirse en una violación a los derechos humanos cuando los corruptos y los pillos se cuelan en el sistema.
No esperen, sin embargo, un lance a fondo en este asunto.Tampoco una indagación profunda en la condición humana y su predisposición al mal. Esta película es de entretenimiento, bien hecho en sus aspectos técnicos: fotografía, edición, sonido, como nos tiene acostumbrados la industria estadounidense. Si de algo les servirá en lo sucesivo haber visto este metraje es para estar advertidos cuando se les acerque mucho alguna RosamundPike de carita inocente.