En noviembre pasado, la Revista Cine Cubano entrevistó a Boris Mashkovtsev, director de los estudios de animación Soyuzmultfilm. Después de varias sesiones de conferencias, talleres e intercambio con realizadores cubanos, el directivo accedió gustosamente a conversar con nosotros. En un cordial ambiente, como antiguos conocidos, transcurrió el encuentro.
¿Podría hacer un breve esbozo de los estudios que dirige?
Los estudios Soyuzmultfilm fueron creados en 1936. Es uno de los estudios más antiguos de Europa, aunque vale la pena aclarar que desde 1912 ya se hacía animación en Rusia. En lo personal, soy director de estos Estudios desde hace siete años, con lo cual ya tenemos una buena experiencia, pues según nuestros criterios, siete años es bastante tiempo.
Soyusmultfilm ha sufrido grandes impactos sociales, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la desaparición de la Unión Soviética. ¿Cómo ha sido el proceso de continuar la producción de animados a pesar de todo?
En los años de la Gran Guerra Patria, nuestros Estudios fueron evacuados en Uzbekistán, y eso permitió no parar la producción, aunque hubo quienes se quedaron trabajando en Moscú. En los años noventa ocurrió algo totalmente distinto. Los Estudios perdieron sus recursos, no podíamos insertarnos en una economía de mercado, ni siquiera podíamos organizar a las personas, pagar los salarios, de manera que mucha gente se fue a trabajar en estudios particulares. Mientras se estaban resolviendo los problemas financieros cambió la tecnología, y no había entonces a quién enseñar las nuevas tecnologías.
En el siglo XXI, en plena era digital, los animadores rusos empezaron a estudiar de forma individual los programas informáticos. No había escuelas, no había cómo aprender las nuevas tecnologías de la computación, y justamente por ese empeño el Estudio renació en 2017.

¿Cómo hacen la selección de una obra para que se convierta en una película animada?
Lo primero es que siempre se trabaja con las ideas. Recibimos una gran cantidad de propuestas, y el problema mayor es que nos gustaría que todas se convirtieran en películas, lo que es algo difícil, realmente. No hay un mecanismo preestablecido. Por ejemplo, hay momentos en que se les pide a los realizadores hacer una saga de una película que fue importante en otra época. Esa es una variante, aunque los realizadores siempre prefieren trabajar con ideas frescas, que venga el escritor, el guionista, con ideas nuevas. También están los concursos. Los escritores presentan sus ideas, y un jurado decide cuáles se convierten en película. Es un proceso muy interesante y enriquecedor, pero nunca lo realiza una sola persona, sino un equipo multidisciplinario.
¿Cómo es el proceso de participación en festivales? ¿Trabajan específicamente para conseguir que sus películas se incluyan en eventos cinematográficos?
Tratamos que todas las películas que realizamos sean de una calidad tal que puedan participar en los festivales. No obstante, hacemos filmes que por sus características sabemos de antemano que no serán seleccionadas, como por ejemplo audiovisuales de muy corta duración. Sin embargo, los realizadores y el equipo de producción ponen todo su empeño en que todo cortometraje sea lo suficientemente interesante como para que pueda participar en un festival. Siempre están pensando en eso, aunque realmente es muy difícil de lograr. Anualmente participamos en aproximadamente treinta festivales internacionales y hemos obtenidos premios importantes.

Varias generaciones de cubanos hemos crecido viendo animados rusos. El público infantil cubano disfrutó mucho con clásicos como Cheburashka y Los músicos de Bremen, y hoy los padres que crecieron viéndolos se los muestran a sus hijos. Sin embargo, en estos momentos no tenemos mucho conocimiento de la actual animación rusa.
En mi país tenemos el mismo problema. Los padres quieren seguir viendo aquellas películas de la época soviética. No obstante, es interés de nuestro Estudio que los niños vean nuevos animados. Para ello hemos creado, entre otras cosas, la Colección de Oro, donde están además de los clásicos, versiones con esos mismos personajes, pero con nuevas historias y nueva visualidad.
Soyuzmultfilm ha sido un referente mundial en el uso de la animación tradicional y el stop motion. ¿Siguen apostando por esas técnicas?
El realizador tiene que poder contar con todas las posibilidades y todas las herramientas. Cuando apareció el cine digital asumimos la tecnología, pero nunca rechazamos las técnicas tradicionales. Escogemos la forma en que vamos a hacer una película en dependencia de lo que se va a hacer. Si es una serie, pues usamos la computadora, ya que el proceso productivo es más constante y con cierta rapidez. Cuando se hace un largometraje podemos usar las técnicas tradicionales, incluso el stop motion.

¿Qué tiempo puede demorar la realización de un largometraje usando la técnica de stop motion?
En 2018 se estrenó Hoffmaniada, una película en stop motion realizada en nuestros Estudios. En el proceso de realización, que duró diecisiete años, prácticamente no nos implicamos en otra producción. Pero esto no es lo usual. Un largometraje lo podemos hacer en cuatro años y un corto de diez minutos en un año.
Soyuzmultfilm es uno de los estudios de animación más grandes de Europa.
En efecto. En nuestros Estudios trabajan alrededor de ochocientas personas, solo en los proyectos audiovisuales. Estamos inmersos en varias películas, y para ello se necesitan muchos especialistas, y el hecho de que exista internet nos permite contar con realizadores que viven en ciudades lejanas de Rusia.

¿Soyuzmultfilm es estatal o es propiedad privada?
Es estatal, pero eso no significa que el gobierno nos financie totalmente. Debemos hacer producciones para ingresar dinero.
¿En los Estudios enseña animación? ¿Realizan talleres, cursos?
Le dedicamos mucha atención al tema de la educación y la instrucción profesional. Por ello hemos creado una idea que llamamos «Elevador», que consiste en un sistema de educación que incluye desde niños pequeños hasta jóvenes profesionales; de ahí su nombre. Así es como logramos que los pequeños se interesen por nuestra profesión. Sabemos que no todos serán animadores, pero lo que sí es seguro es que son los principales consumidores de nuestras películas. Trabajamos también con varios institutos y centros de educación superior, y de esa manera sabemos exactamente qué es lo que nos hace falta y qué es lo que quiere el público.

¿Hacen estudios de recepción?
Sin dudas. Cuando haces películas tienes un problema, y es que creaste la película, pero después no ves al receptor. Por eso hacemos cine-debates. Invitamos a personas a visionar nuestras películas para que nos den su opinión. Son televidentes a los que llamamos «grupo focal».
¿Si tuviera que salvar un animado ruso, cuál seleccionaría?
Te lo explicaré de otra manera. En cierto momento hicimos un concurso de ideas para películas, recibimos ciento cuarenta propuestas y todas eran muy profesionales. Al final quedaron ocho, luego elegimos dos, y finalmente realizamos una sola película de entre todas esas propuestas. Cada película que realizamos en los Estudios recorre el mismo camino. Por eso para mí es muy difícil escoger una. Para mí todas son buenas. Si hiciera esa selección que me pides, no trabajaría en el cine.

¿Cuáles son los principales desafíos que tiene el Estudio en estos momentos?
Estudiar cómo hacer sobre todo largometrajes. Nuestro primer reto será siempre aprender y llegar al mercado mundial. Queremos que nuestras películas sean bien recibidas por los niños del mundo entero, y por eso para nosotros es muy importante intercambiar experiencias con especialistas y profesionales de otros países.
¿Conoce los animados cubanos, ha visto lo se produce aquí?
No. Ayer fue que empecé a ver algunas cosas.
¿Avizora en el futuro alguna posibilidad de intercambio con los Estudios de Animación del ICAIC?
Hoy me reúno con la directora de los Estudios y con el presidente del ICAIC. Creo que sí, que vamos a encontrar formas de trabajar juntos, y estoy seguro de que si lo logramos será una gran experiencia, tanto para ustedes como para nosotros.