El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
Pablo Neruda
A veces somos privilegiados y no nos damos cuenta al estar inmersos en la vorágine de los tiempos que vivimos, pero entonces llega un amigo y te pide que te sientes frente a la página en blanco y relates un poco la historia de un personaje que creaste y que se encuentra en diversos espacios que van desde el cine, el teatro, la literatura, la televisión, la radio. Entonces revisas entre papeles y anotaciones, entre emociones y recuerdos, y te das cuenta de que sí, eres un ser dichoso.
Me enfoco en el segundo aniversario de la Peña de Federico, pero indiscutiblemente tengo que hacer un repaso de su trayectoria, de cuánto ha cambiado el personaje y cuánto he cambiado yo. Hablar de uno, de la creación de un personaje que, acudiendo a las licencias del arte, se me antoja sentirlo como mi hijo, encierra siempre un riesgo enorme: el de evocar los recuerdos desde el prisma del alma de quien escribe, y en esa evocación, suprimir o aumentar vivencias, obviar nombres, porque la vida se conforma de aciertos y lunares, y todo ser humano, como mecanismo lógico de defensa, prefiere eliminar lo que duele y se enfoca en lo que impulsa a nuevas estaciones para el crecimiento. Por eso este artículo se convierte en este instante en una suerte de catalejo de juguete por donde mirar, como niños escapados de sus padres, la trayectoria de un ratoncito llamado Federico Maldemar.
Los Estudios de Animación del ICAIC arroparon la idea de fomentar un espacio de exhibición de los materiales creados en este hermoso edificio. Nilza González realizó las coordinaciones con el Proyecto 23 del ICAIC y en octubre de 2022 surge la Peña de Federico en la sala 1 del Multicine Infanta. Luego nos mudamos al emblemático cine La Rampa, sitio donde nos encontramos en la actualidad, cada tercer sábado del mes.

La Peña de Federico es un espacio de confluencias entre los proyectos El Universo de Federico Maldemar y Animaseñas, creado para exhibir materiales con inclusión de lengua de señas y promover actividades diversas, con énfasis en el arte y el audiovisual cubano como punto de mira fundamental. Se entremezclan los animados con el teatro, los juegos, las poesías, las canciones… Se incluye a una intérprete de lengua de señas cubana tanto en el espectáculo como en los materiales de exhibición en la gran pantalla de cine.
Hemos compartido en otros espacios y actividades como en la reapertura del cine Praga en Pinar del Río, en la emblemática Casa de las Américas y su sala Che Guevara, la Universidad de las Artes (ISA) en el Festival Elsinor, en el Pabellón Cuba con motivo de la fiesta del cine cubano, La Madriguera, la Escuela René Vilches, el teatro Mariana Grajales del municipio 10 de Octubre, y muchos más. Estar en el cine La Rampa hace de la peña un espectáculo también accesible desde el punto de vista arquitectónico, ya que es una rampa por la que se avanza desde la entrada, acompañados de arte, hasta el escenario central en la sala de proyección.
Primero, lo primero: los orígenes
«La vida es la infancia de nuestra inmortalidad».
Goethe
La Casa Editorial Tablas-Alarcos fue la primera en ver la aparición de Federico Maldemar, personaje antagónico de la obra Un mar para Tatillo, que resultara ganador del Premio Dora Alonso en su primera edición. En el prólogo del libro, Luis Enrique Valdés pregunta: «¿Cómo habrá llegado ese personaje a la imaginación de Maikel Chávez? Hay cosas que los amigos no sabemos y tampoco las preguntamos. Hay cosas que a los amigos solo nos toca suponer. ¿Será el enorme ratón que soñó poner Florencio Gelabert sobre cayo Ratón? Cayo Ratón es un montoncito de tierra en medio del mar. Si Federico es ese ratón que imagino, créete Dios, Maikel. Haz que vuelva la cabeza y conviértelo en estatua de sal para siempre. Gelabert estará feliz y evitarás que cobre vida alguna vez, camine sobre las aguas como un espíritu luminoso y de un paletazo se coma a Caibarién, que es lo más parecido a un queso si lo miras desde lejos».
Estas referencias del prologuista se deben a que en su primera obra, Federico era un personaje antagónico, pero al dar el salto de la literatura al teatro conectó inmediatamente con los niños y fue lo que me permitió ir perfilando su carácter, y lejos de ser un antihéroe, fue tomando el matiz de héroe contemporáneo que se parece a la realidad que circunda no solo a los niños, sino a los padres también.

Teatro Pálpito fue el primero en subir a escena esta obra publicada por Tablas-Alarcos, y en ese intercambio con los actores surgieron nuevos matices, e incluso se sumaron nuevas líneas de acción. Nos presentamos en casi todos los teatros principales de Cuba, y siempre llamó la atención el poder de comunicar que tenía el pequeño ratón, incluso Yudd Favier, en un acostumbrado chiste de teatreros, llegó a llamar a la obra Un mar para Tatillo «El show de Federico», y en aquella ocasión, cogiéndome en serio el chiste, lo tomé como un camino de exploración para que el personaje tuviera un mayor vuelo.
Luego vinieron otras obras que tienen a Federico Maldemar como protagonista, las cuales también saltaron de la literatura a la escena y fueron testigo de la mutación hacia el carácter actual de este personaje, quien en la actualidad se ha convertido en un producto transmedial y lo encontramos en la radio, la literatura, las redes sociales, el cine y la televisión.

En el libro Ocho historias para un domingo, Rubén Darío Salazar lo describe con total maestría:
«El mundo de Federico Maldemar, una trilogía de textos unidos por la presencia constante del malvado Federico Maldemar, un antiratón que no come queso ni chocolate. Leeremos a Federico en el circo. Federico interactuando nada más y nada menos que con don Quijote de La Mancha. Federico en el origen de su propio mundo: una oscura alcantarilla llena de cientos de ratones.
»Abrimos con Un mar para Tatillo, juguete para un payaso y sus muñecos, que obtuvo en 2008 el Premio de Dramaturgia para Niños y de Títeres Dora Alonso, convocado por la Casa Editorial Tablas-Alarcos. Este texto fue llevado a escena por teatro Pálpito, con el propio autor asumiendo los personajes protagónicos, Tatillo y Maldemar, por los cuales fue también premiado en diferentes concursos de actuación.
»Un mar para Tatillo deja ver a un autor maduro, con una poética condensada. Los giros literarios ascienden, como si el autor viviera una eclosión creativa incontrolable. Todo eso sin perder la esencia campesina que ya he señalado. Lo digo porque en los años que se escriben los textos de esta tercera sección, Maikel ha probado nuevos caminos artísticos. Escribe y actúa para la radio, un medio muy diferente del teatro. Hace voces para los Estudios de Animación del ICAIC e incursiona en otras estéticas escénicas, además de ser alumno de la especialidad de Teatrología en el Instituto Superior de Arte de La Habana.
»¿Quién puede ser sino el propio Maikel ese niño llamado Tatillo, que lleva el mar en los ojos, amigo de Marcelo el vendedor de peces, de Cantarino del Mar Profundo y nieto de la abuela Gumersinda, que se parece tanto a Eida, su mamá, y a su propia abuela Tita? Es una obra donde los objetos hablan y se mueven, como solo sucede en la habitación de un pequeño que ve más allá de su estatura, porque vive en la realidad futura de los sueños.
»En La ínsula prometida, don Quijote llega a un poblado marino llamado Pueblo Chiflado. ¿Recuerdan al Pueblo Chiflado del pollito Albertico? Pues es el mismísimo pueblo de Pincelacho, donde también vive la abuela Gumersinda, que regresa con sus artes de magia nacidas del cariño. Maikel ha creado un cosmos en el que habitan a su aire los personajes inventados por él junto al caballero cervantino y su fiel escudero. Lo mismo sucede en el tercer texto, Vida y milagro de Federico Maldemar; aparecen el Conejo Blanco de Alicia en el país de las maravillas, el famoso flautista de Hamelin, el ratoncito Pérez de La cucarachita Martina, se evoca a Pinocho, a la Caperucita Roja y a Cuba, un paraíso infinito donde gobiernan los titiriteros.

»Maikel redime al malvado Federico Maldemar en el cierre de la trilogía. Nos lleva hasta su infancia convulsa y concluye cambiándolo y haciéndolo apostar por un mundo mejor. El mundo al que aspira el mismo Maikel, al que aspiramos todos.
»En una selección como esta, de obras nacidas en el paseo teatral del autor por la vida, no es saludable hablar de perfecciones. Maikel ha armado los textos con pedazos de su vida, de ensayos, encuentros, desencuentros y laboratorios de investigación, amores en ascenso y descenso, con nuevos descubrimientos que ya son viejos, pero se vuelven novedosos en su visión de niño campesino, anclado por hache o por be en la gran ciudad.
»Del Güirito de Con ropa de domingo, que prepara la maleta para irse a La Habana, a la evocación en Vida y milagro de Federico Maldemar del faro del Castillo del Morro, la Fuente de la India y el parque Almendares, todos populosos sitios de la capital, esta selección de textos es el tránsito feliz por la dramaturgia de un muchacho que escribe y se ha vuelto grande, mas no lo suficiente como para olvidar la infancia. Maikel Chávez sigue siendo el pequeño que anhela que lleguen los domingos, y que sus padres, sus tías o la abuela le cuenten historias de campiñas y de marinas marcadas por el disparate y la melancolía».
De la literatura salta a otros espacios
«¿Sabe alguien de dónde viene la sonrisa que revuela por los labios del niño mientras duerme?»
Rabindranath Tagore
En Radio Progreso actualmente lo encontramos a las 5:00 pm, en un espacio que lleva por título Cuentos para Federico. Diseñado para todos los públicos, pues, aunque el público meta sean los niños, somos conscientes de que todo producto diseñado para estas edades gana un público doble, ya que suma a los padres y a la familia en general a la escucha. Apelando a todos los recursos sonoros, el espacio propone también un puente comunicativo con los creadores, dedicando algunos programas a músicos, escritores, pintores, en fin, artistas que se suman y le cuentan de su quehacer diario a Federico (o lo que es lo mismo, a los niños y la familia de seguidores).
Un personaje pintoresco que desde la multiplicidad de espacios dialoga con niños y adultos sobre temas puntuales de la Cuba de hoy, y establece un puente comunicativo donde pensar un futuro mejor es siempre posible. No importa cuán duro sean los tiempos, el alma del niño siempre creará disímiles caminos en busca de la felicidad.

En tiempos de coronavirus, acudiendo a nuevas estrategias creativas se hizo para Radio Progreso Cuentos para Federico, un programa radial diseñado para toda la familia y realizado enteramente desde la casa, para salvar el verano de 2020, ya que los estudios de grabación habían cerrado por los obvios protocolos sanitarios. Desde el añejo arte de contar, Federico nos invita a conocer los más importantes cuentos cubanos y universales. Las historias que desde el teatro y hasta la radio se narran a través de este grandioso personaje, cuentan con la música original de Eduardo O’Burke, quien creó todo un universo sonoro que conspira con el delicioso juego de la interpretación.
De la literatura al teatro y de allí a la radio, las redes sociales y la televisión; así conocimos de la existencia de Federico Maldemar. A esta experiencia radial se suman los Estudios de Animación del ICAIC, que realiza la producción audiovisual de animados desde 2021 y ya hemos creado cuatro capítulos. El más reciente se estrenó en la Peña del 16 de noviembre de 2024, como regalo también al 505 aniversario de San Cristóbal de La Habana.
Este programa además utiliza su página de Facebook para unir a públicos diversos de varias partes del mundo, así es que contamos con audiencia en Argentina, España, Perú, Chile, México, Colombia, y otros sitios desde donde nos llegan reportes diarios. Es una propuesta que aúna varias plataformas y apuesta por un discurso renovador y a tono con la época que vivimos, siempre en defensa de lo más auténtico de las tradiciones cubanas.

La especialista Georgina Granda Gómez afirma:
«Cuentos para Federico es ya un tiempo y un espacio ganados para el disfrute familiar, porque alrededor de la gente pequeña de cada casa —y más en estos trece meses de dura y amenazante pandemia— suelen agruparse mamás y abuelitos, papás y tíos postizos o no, y hasta algún vecino curioso.
»El tono coloquial y campechano es uno de sus talismanes; otro, el desenfado y el humor de sonrisa reflexiva o franca carcajada. La inclusión de múltiples colaboraciones, voces frescas de niños inspirados, de expertas como la afectuosa Yumié Rodríguez y sobre todo la inmensa capacidad de sorprender del colectivo de realización, hacen de Cuentos para Federico una recomendación válida, porque además la premisa de la creación a toda costa y costo, la inteligente y oportuna inclusión de clásicos musicales y narrativos defienden todavía más esta idea multiplataforma.
»Aquí lo mismo a una le dan ganas de exclamar: “¡Viva Beethoven y viva Federico!” Así, juntos; quisiera guardar bien grabadita interpretaciones como la de “Pato Zapato” o “Ganzo Garbanzo”. O quizá (lo más probable) se vea una impulsada a felicitar a Federico, que se atreve a declarar: “Ningún rey de ningún cuento sirve pan ná”. O representarnos tan bien como cubanos al decir: “Yo sufro, pero gozo”. ¿Y qué más? ¡Larga vida a Federico en su casa, la onda de la alegría!».
Para la presentación en la revista Tablas de la obra «Vida y milagro de Federico Maldemar», la especialista Marilyn Garbey comenta:
«Esta pieza es como un juego de niñas y niños, donde ellas son las que se rebelan ante el uso desmedido del poder. Por aquí desfilan personajes de cuentos, leyendas, dibujos animados. Y los títeres expresan los deseos infantiles: aquella quiere ser la princesa encantada a quien despierta el príncipe con un beso, él quiere ser una marioneta como pinocho, hacer un collar de estrellas para su mamá, ser rescatado por su papá del vientre de una ballena. La publicación de este texto propiciará futuros montajes en los que actores y títeres renueven el deseo de jugar a transformar el entorno en que vivimos. No más guerras, no a la destrucción del planeta, no a la intolerancia. Si el conejo blanco nos recuerda que no hay límites en los sueños, Federico nos alerta: De qué sirven los sueños si no luchamos por lograrlos. Vida y milagro de Federico Maldemar debiera volver a escena en estos tiempos de pandemia. Sus personajes insisten en que es posible preservar el planeta y vivir en paz».

Muchas aventuras nos quedan por vivir junto a Federico. En la pantalla grande del cine La Rampa se realizó la celebración del segundo aniversario de su peña, como al inicio de este recorrido contaba. La oportunidad fue el gran pretexto para unir a artistas de alto vuelo, como Enid Rosales, Ernesto Parra, Amarilis (con su emblemático personaje Pastosita, del programa televisivo Pocholo y su pandilla), para que desde Guanabo vinieran tres guaguas repletas de niños representando a la compañía de voces Coraleando, para que el pequeño Víctor Darío, de Teatro Aldaba, nos sorprendiera con la narración de un cuento y la compañía de niñas bailaoras de flamenco Romerías hicieran retumbar la sala con sus taconeos y sus giros, que colorearon la sonrisa de felicidad en el rostro de los presentes. Para sentir retumbar las paredes de un cine repleto de público que aplaudía el hecho de estar juntos y apostando por un espacio inclusivo y feliz.
Las familias esperan a Federico en la radio, la televisión, su peña en el cine y luego en el chat de Wathsapp vinculado con la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, donde colaboran las psicólogas Roxanne Castellanos y Nilza González, y esos mismos niños están hasta soñando con hacer una banda musical, para cantar a su estilo, a lo loco, a la manera libre y divertida de su amigo Federico. Significa un gran punto de avance en esa insistencia de ir en busca de nuestros públicos, los de aquí y ahora, y el compromiso como creadores de realizar obras cercanas a sus intereses. Federico apuesta por la alegría como herramienta sanadora, y como bien sentencia en su obra, «Los sueños son tan frágiles que el aleteo de un zunzún podría quebrarlos, pero el espíritu y la fuerza del soñador podrán siempre salvarlos».