A pesar de que algunos lectores puedan estimar que estas crónicas están referidas a acontecimientos muy lejanos en el tiempo, fuera ya del alcance de nuestras actuales preocupaciones, insisto en prodigarme en la lejanía no porque tenga que pagar algún tributo a la nostalgia, sino por el interés de mostrar dónde comenzó el camino, y contribuir a enriquecer entonces la senda que transitamos hoy.
El escritor, periodista y cineasta italiano Cesare Zavattini (1902-1989) visitó Cuba en tres oportunidades. La primera, en diciembre de 1953, en tránsito hacia México, fue invitado por la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que contaba entre sus miembros a dos egresados en 1953 del Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea. En la segunda, en enero de 1956, tuvo la oportunidad de ver una proyección de El Mégano, la obra de Julio y Titón, que finalmente resultó secuestrada por el Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC). La tercera, en diciembre de 1959, fue convocado por el ICAIC para brindar asesoría en la realización de Historias de la Revolución y Cuba baila, así como en guiones de próximos proyectos, como El joven rebelde, donde Zavattini concretó el argumento y colaboró en la escritura con Julio García Espinosa.

Zavattini partió en febrero de 1960 debido al compromiso con el productor Carlo Ponti para participar en el guion de La ciociara, dirigida por Vittorio De Sica. Se ha especulado sobre esta salida apresurada de Cuba, al punto de que se ha señalado como la primera polémica de la Revolución la producida entre el maestro y sus jóvenes discípulos cubanos en torno a la aplicación de los principios del neorrealismo. Para tener un poco de luz, llamo la atención sobre el momento de la entrevista a Zavattini en el que Alfredo Guevara interviene para aportar una mejor comprensión de las palabras del guionista sobre la significación del neorrealismo en estos momentos en Cuba.
Años después, Zavattini se lamentaba de no haber regresado al país a materializar dos proyectos, uno sobre el proceso revolucionario y otro sobre la discriminación racial, ambos desde una perspectiva más humana, algo alejada de la épica.
Para aquellos que deseen una más amplia información sobre la presencia de Zavattini en el cine de nuestro país le recomendamos remitirse al número 155 de la Revista Cine Cubano, que en 2002 se le dedicó.
La entrevista que ahora ofrecemos, donde Alfredo Guevara expone lo realizado por el organismo en sus primeros nueve meses de trabajo, y que incluye además las palabras de Zavattini, fue realizada en el edificio ICAIC por el locutor Reynerio Flores (1918-1979), una tarde de enero de 1960 para el programa «Hablando con el pueblo», de la radioemisora CMZ del Ministerio de Educación. En la traducción está Héctor García Mesa, poco antes de asumir la dirección de la Cinemateca de Cuba, que se creará días después.